Sueños, ilusiones y esperanzas son los motores de la caravana de migrantes que desde el sábado pasado inició la travesía en búsqueda del “sueño americano”.
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Las condiciones de pobreza, desempleo y pocas oportunidades en los países en la región y políticos corruptos que han debilitados a los gobiernos son algunas de las causas que motivan la migración.
No olvidemos el terror, las atrocidades y la inseguridad que enfrentan en los lugares donde viven producto de la actividad delictiva de maras, el crimen organizado y el narcotráfico.
Los migrantes que viajan en la caravana no son terroristas, ni un grupo de personas que está siendo manipulado por políticos que tienen el interés de desprestigiar a los gobiernos de Honduras y Guatemala. Por favor. La cruda realidad de exclusión, hambre y pocas oportunidades que nuestros países tienen para estas personas son suficientes para entender el acto extremo y desesperado de arriesgar todo, incluso la vida misma, y migrar en búsqueda de oportunidades.
En primer lugar esto pone en un fuerte cuestionamiento a los gobiernos que han desatendido por completo la agenda de política social y económica para generar oportunidades de desarrollo integral y pleno a las personas. Vea usted los índices de desempleo, desnutrición crónica, pobreza y exclusión que se registran en la región.
Es triste ver cómo las autoridades gubernamentales de los países de la región, en lugar de preocuparse por atender los problemas socioeconómicos que están asociados a la migración, están entretenidos en buscar justificaciones falsas para desdibujar el problema de la migración y venderlo como un problema de manipulación política o de seguridad regional.
Lo más triste es que este tipo de movimientos masivos de personas en caravanas que migran hacia el norte del continente no es nuevo. Al menos en este año se tiene registro de otras más que han salido de otros lugares de la región.
El objetivo de este tipo de acciones colectivas, a diferencia de lo que siempre escuchamos con la migración vía los coyotes, es ir juntos para protegerse de los peligros que acechan en el camino como robos, secuestros, violaciones y muchos abusos a los que los migrantes están expuestos.
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Es un acto de valentía migrar en estas condiciones. Lo mínimo que deben hacer los gobiernos es resguardar los derechos humanos fundamentales, en primera instancia, y luego preocuparse por las acciones gubernamentales que transformen la realidad precaria e inhumana que motiva la migración. No tratarlos como criminales ni como instrumentos de la oposición política.
La caravana es la puesta en escena y una manifestación clara y explícita de los grandes problemas que enfrentamos como sociedad. La reflexión debe estar orientada a preguntarnos las razones que han motivado la migración, no desde el sábado, sino desde décadas, en las cuales millones de centroamericanos han migrado a Estados Unidos.
El corazón se quiebra en mil pedazos al escuchar las historias de esperanza e ilusión que cada uno de los integrantes de la caravana representa y al ver las fotos desgarradoras de las condiciones en las que arriesgan su vida. Nuestros países no están generando desarrollo humano integral y mientras eso no cambie este tipo de caravanas no se detendrá.
Preocupémonos por generar empleo y no por cerrar las fronteras, por brindar servicios públicos y no por criminalizar a los migrantes. Mientras el hambre, la pobreza, la exclusión y la marginación estén presentes en nuestras sociedades, la migración, en estas terribles condiciones, no se detendrá. ¿Qué opina usted?