Septiembre, mes de la patria; deberíamos estar felices de un año más de independencia; sin embargo, lejos de celebrar, estamos luchando por rescatar el país complicado momento para Guatemala, ya que el futuro está en juego.
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En septiembre del año 2015 teníamos grandes sueños ya que habíamos logrado renovar al gobierno. Deseábamos dejar atrás la vieja política e iniciar un nuevo camino. Posiblemente, lo que más nos unió fue el descaro burdo y grotesco de muchos gobernantes que pensaron que podrían engañar a los ciudadanos. Personas inescrupulosas que arrasaron con las instituciones. Ambiciosos de poder y dinero, tomaron el gobierno para servirse con la cuchara grande, sin ninguna empatía con los guatemaltecos. Muchos de ellos, con un proceso penal, pero aún falta camino por recorrer.
Lamentablemente tres años después podemos decir que no hemos avanzado en la transformación del país. Prácticamente pasamos unos meses estancados y actualmente vamos en retroceso. La mayoría estamos decepcionados del gobierno actual ya que lejos de lograr empatía con los habitantes los funcionarios repiten, practican y amplían la vieja política.
Esta tensión entre el comisionado de la CICIG, Iván Velásquez, y el presidente, Jimmy Morales, ha llegado a niveles preocupantes que afectan la gobernanza del país. Nos hemos convertido en un foco de atención a nivel internacional por lo controversial que se ha convertido la disputa con Naciones Unidas. La exagerada presencia del Ejército en los eventos públicos y las decisiones tomadas en la Policía Nacional Civil, sin explicaciones, generan un ambiente hostil y de choque. Estamos de acuerdo en que el Ejército cumpla con su apoyo a la seguridad ciudadana, pero la institución no debería de utilizarse exclusivamente para resguardar al presidente y su equipo.
“Esta tensión entre el comisionado de la CICIG, Iván Velásquez, y el presidente, Jimmy Morales, ha llegado a niveles preocupantes que afectan la gobernanza del país”.
La actuación lenta y controversial de las cortes, en especial la Corte de Constitucionalidad, ha generado incertidumbre jurídica. El Congreso responde con una agenda política y el Organismo Judicial no logra mayor eficiencia. Es evidente que tenemos problemas con nuestro sistema de gestión pública y que no hemos sido capaces de diseñar nuevos procesos y normas para su mejora. Cada caso de corrupción nos indigna, pero sin propuesta no habrá cambios.
Los sindicatos del sector público han cooptado el Estado con sus pactos colectivos y demandas salariales. Solo para este año entre Salud y Educación han solicitado más de Q7,000 millones, monto mayor al presupuesto del Ministerio de Salud. El mérito y la capacidad no influyen en el reclutamiento de los trabajadores. Su permanencia responde más al apoyo que le ofrecen al presidente de turno que a su desempeño. La nutrición crónica no es prioridad y no se vislumbran cambios en el modelo de atención en salud. La cobertura de educación disminuye en los distintos niveles y hay muy pocas intervenciones sustantivas que podrían representar mejoras en la calidad educativa. Sin servicios públicos de calidad difícilmente saldremos de la pobreza.
La infraestructura está en crisis. Luego del modelo viciado del pasado y de los procesos penales a los involucrados en los casos de construcción y del puerto, lamentablemente no se ha diseñado ni una política, ni un plan para avanzar a futuro y pocos nuevos contratos. La mayoría de las carreteras se encuentra en un estado calamitoso y los puertos presentan grandes desafíos. No hay claridad de cómo lograr conducir el aeropuerto y la licitación de la 4G nunca se realizó.
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Por último, todo este ambiente influye negativamente en la economía del país. Si bien hemos tenido retos en lo político, la economía ha permanecido estable; sin embargo, ya no se puede estirar más la pita. El crecimiento económico en los últimos años ha sido de 2.8% -similar al ritmo de crecimiento de la población-. La retirada del ministro de Finanzas de forma sorpresiva puede desatar mayor desconfianza en los actores económicos. La población opina que su mayor problema es la falta de empleo y no se perfila una propuesta contundente al respecto.
Es el momento de hacer una pausa y analizar el camino recorrido. Posiblemente teníamos mucho entusiasmo, pero sin claridad de cómo realizar un proceso exitoso. Falta una visión en común, un plan y metas concretas para avanzar. Tendremos que estudiar las primaveras de otros países y aprender lo bueno y lo malo de las mismas para encontrar una luz al final de esta pesadilla que estamos viviendo. La tarea no será fácil, pero es nuestro país; así que a tomar aliento y continuar defendiendo día a día la independencia, la libertad y el desarrollo. ¿Cómo nos unimos para el cambio? ¿Qué sistema deseamos? ¿Cómo lo transformamos