El océano político electoral para muchos actores es desolador e incierto. Las fuertes tormentas y las aguas turbulentas tienen a las tripulaciones políticas en un mar de incertidumbre. A diferencia de lo que sucedía antes cuando las intensas y abrumadoras campañas anticipadas configuraban los escenarios electorales, en esta ocasión enfrentamos un contexto en donde priman las dudas frente a las certezas. Los navegantes no saben a dónde mover el timón del barco y los vigías no vislumbran tierra firme ni puertos seguros para anclar anclas.
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Los partidos que participarán, los candidatos que se presentarán y muchos otros elementos están en ese mar turbulento de incertidumbre que a estas alturas no parece tranquilizarse, y esa tendencia prevalecerá al menos en los próximos meses. Hay barcos que están a la deriva y que con mucha probabilidad se hundirán o encallarán en el puerto de la desolación.
“El TSE, con la brújula de la transparencia en la mano, está leyendo de una manera muy atinada los mapas náuticos. Es claro que el puerto de llegada es la transparencia y la fiscalización”.
No obstante, uno de los actores que está siendo guiado por el faro de la transparencia, que en medio de esa turbulencia le está apostando al cambio, es el TSE. A través del proceso de implementación del nuevo régimen de control y fiscalización a los partidos políticos, el órgano electoral busca fortalecer las capacidad para fiscalizar las campañas políticas.
El TSE está en medio de una inclemente tormenta que busca debilitarlo. Una campaña de desinformación muy mal intencionada que está tratando de hundirlo. En los últimos días las acciones se han intensificado y seguramente en los meses que restan, y durante el proceso electoral, el TSE será blanco de muchos ataques que tendrán ese objetivo, hundirlo.
Si el TSE se hunde, se lleva al fondo del mar el proceso de construcción y consolidación de la democracia. Puede que este proceso, en términos de calidad democrática, sea insuficiente para hablar de una democracia plena, pero hay avances esperanzadores para alcanzarla. La ruta en ese sentido es sostener con fuerza el timonel del barco en la dirección correcta.
El norte es un sistema de fiscalización que permite tener partidos más transparentes, abiertos y fiscalizables. Eso evitará que se siga colando el agua de la corrupción, el nepotismo y el clientelismo, que está hundiendo a Guatemala. El costo social y político de un sistema de financiamiento permisivo al financiamiento ilícito, en donde se cuela el narcotráfico, el crimen organizado y otros intereses que terminan carcomiendo a las instituciones políticas y debilitando a la democracia, es incalculable.
El TSE, con la brújula de la transparencia en la mano, está leyendo de una manera muy atinada los mapas náuticos. Es claro que el puerto de llegada es la transparencia y la fiscalización. Sin duda, habrá muchos barcos armados con cañones, tripulados por Barbanegra o Henry Morgan, y tripulaciones obedientes que están dispuestas a todo para atacar y hundir al TSE.
No perdamos el norte ni permitamos que el barco se hunda. A pesar de lo turbulento que pueda estar el mar electoral y de las tormentas que se avecinan, hay que apostarle a un fuerte régimen de control y fiscalización que permita transparentar el dinero en la política. ¿Qué opina usted?