Como ciudadano y como contribuyente, me molesta que el Gabinete de Gobierno se gaste dos horas de un lunes para apoyar a la canciller, Sandra Jovel, durante una vista pública en la Corte de Constitucionalidad. Centrada en el tema de la expulsión del embajador de Suecia, Anders Kompass, esta audiencia pudo perfectamente ser atendida y enfrentada solo por los asesores legales de Relaciones Exteriores y los encargados del despacho. Que yo sepa, hacerle “porra presencial” a Jovel no forma parte de las funciones para las cuales les pagamos a los ministros de Estado. Si quieren mostrarle su respaldo, que lo hagan en su tiempo libre. De manera discreta o pública, pueden visitarla durante el fin de semana y patentizárselo. Pero se ven muy mal todos estos funcionarios cuando, presumiblemente por orden presidencial, se suben en actitud de colegiales a un busito de la SAAS y van a la CC de “excursión solidaria”, como si no tuvieran cosas más importantes en qué ocuparse.
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“El cuadro es patético por no decir ridículo. ¿Tantas ganas tendrán de seguir en el puesto como para incurrir en semejante papelón?”
El cuadro es patético por no decir ridículo. ¿Tantas ganas tendrán de seguir en el puesto como para incurrir en semejante papelón? El país no puede presumir de estar en su mejor momento. Es exactamente lo contrario. Por ello, resulta ofensivo que los titulares de las 13 carteras del Ejecutivo vayan a perder el tiempo en un asunto que, aparte de desprestigio internacional, no le aporta nada a esta administración ni a la dinámica, digamos deprimida, del Organismo al que representan. En una entrevista radial, lo dijo con lucidez la exministra de Educación María del Carmen Aceña: “Esto demuestra cuáles son las prioridades del Gobierno de Jimmy Morales”. A lo que sensatamente el extitular de Finanzas Edgar Balsells Conde añadió: “Incluso en situaciones como estas, los funcionarios deben tener su propio criterio”. Tal vez pecando de ingenuo, considero que uno o dos de los ministros no se sienten cómodos con estas fallidas muestras de “sentido de equipo”, ni con el declarado rechazo a la lucha contra la corrupción, tan evidente entre los más cercanos al mandatario y su coro de adláteres. ¿Qué les costaba quedarse en la sesión de gabinete y por lo menos guardar las formas? ¿Por qué prestarse a un espectáculo tan bochornoso? Sigo sin entenderlo.
“Que yo sepa, hacerle “porra presencial” a Jovel no forma parte de las funciones para las cuales les pagamos a los ministros de Estado”.
Es oportuno recordarle a los ministros que el pasado viernes la fiscal general, Consuelo Porras, acompañada del comisionado Iván Velásquez, presentó una solicitud del retiro de inmunidad contra el presidente, Jimmy Morales, por financiamiento electoral ilícito. La narrativa de que tal acción es un intento de golpe de Estado se cae por sí sola. En especial, cuando la contundente realidad muestra que, avaladas por una nueva titular del Ministerio Público que ha insistido en que no planteará casos sin sustento, las sospechas se mantienen. Además, no hace falta mapa para determinar que la vergonzosa pretensión de expulsar al embajador Kompass está vinculada con lo que el mandatario y sus afines ven como amenaza, especialmente desde que la justicia empezó a alcanzar a cualquier guatemalteco, por poderoso que este fuera. Mi impresión es que el retiro del derecho de antejuicio no prosperará en el Congreso, porque ya se conocieron en redes sociales las proclamas de defensa automática de los aliados del oficialismo. Eso no es sorpresa. Lo que a veces inquieta es que los defensores a ultranza de la “institucionalidad” se sientan tan a gusto con “socios” tan poco presentables como los que, descaradamente, se sitúan del lado de las cavernas. El sistema quiere funcionar con seriedad. Por lo menos eso sugiere. Ver “conspiraciones aparejadas” en cada crítica o señalamiento contra un presidente anodino, y a veces hasta peligroso para la estabilidad del país, es no entender el correcto desempeño de la democracia. Solicitar el retiro de su inmunidad no es declararlo culpable. Pero eso es harina de otro costal. Lo que colijo de este episodio “del busito” y de la “excursión solidaria” para hacerle “porra presencial” a la canciller, Sandra Jovel, nos retrata como una sociedad a la que aún le falta un enorme trecho por recorrer en materia de desarrollo político. Pudo haber sido diferente, claro está. Con un liderazgo capaz que diera la talla, por ejemplo. No fue esta vez. Ni por asomo. Confío en que la generación que logre el cambio ya haya nacido.