Vivir en un Estado de derecho es la aspiración de todo hombre y mujer civilizados. El resultado de vivir en un Estado de derecho verdadero es la paz y la prosperidad que genera el libre mercado, y el respeto irrestricto del Estado a la vida, la libertad individual, la propiedad privada y la libertad religiosa y de expresión de las personas. Estas son las condiciones que nos diferencian de la barbarie y del “homo homini lupus” de Hobbes.
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Esta semana ya va el tercer muerto de la CICIG, el MP y un sistema de justicia y penitenciario totalmente colapsado, inhumano y que es quizá la peor carta de presentación que tiene el país en cuanto a la corrupción, instrumentalización y persecución penal selectiva que tiene el pobre sistema de justicia criminal del país.
Ni Barquín, ni el doctor Oliva, ni el otro médico del IGSS muerto de un ataque al corazón son animales para que algún mezquino o ignorante se alegre o celebre la muerte de un ser humano.
El hecho que, como se ha reportado en la prensa, a Barquín inclusive se le haya inyectado penicilina por una disposición del Sistema Penitenciario a pesar de que tenía alergia a este medicamento, el hecho de que su abogado defensor haya informado en innumerables ocasiones por escrito y en audiencia a la jueza carcelera Aifán la gravedad de la situación médica de Barquín desde hace meses y esa jueza no haya permitido la salida a un hospital para su tratamiento hasta que fue demasiado tarde y el deterioro del detenido fue ya tan grave que esas condiciones infrahumanas de la prisión preventiva guatemalteca y la negligencia crasa de la jueza fueron efectivamente las responsables de su muerte.
Lo mismo va para la CICIG, el MP y el sistema de justicia y esas mismas juezas nefastas para todo el sistema de justicia, como lo son Yassmin Barrios y Erika Aifán, que con toda la tortura que le hicieron a la familia Bitkov y al pequeño niño Vladimir Bitkov que, por haber nacido en Guatemala, es un guatemalteco menor de edad al cual se le deben protecciones y derechos especiales de cuidado por ser un menor infante (¡en ese momento de tan solo 3 años de edad!), al cual la familia Bitkov había nombrado un tutor legal para cuidarlo y gracias a la irresponsabilidad y la saña de esas dos juezas inclusive se le quería extraditar a Rusia, al infierno de corrupción que es ese régimen que hasta mata espías en Reino Unido impunemente o suministra misiles antiaéreos que mataron a centenares de ciudadanos neerlandeses mientras volaban sobre Ucrania hace solo algunos años.
La CICIG obviamente se coordinó con los rusos, y la jueza Aifán inclusive se reunió de forma ilegal con funcionarios de la embajada rusa para dañar a la familia Bitkov y el caso es tan grave que el millonario británico de origen judío estadounidense Bill Browder se involucró en el caso y junto con dos valientes abogados guatemaltecos prestó declaración ante el Senado de los Estados Unidos y eso provocó que senadores de la talla de Marco Rubio, Mike Lee y otros detuvieran y congelaran los 6 millones de dólares para la CICIG, por los abusos al niño Vladimir Bitkov y a su familia, e inclusive se ha nombrado a un inspector especial del Departamento de Estado para que audite los 44 millones de dólares que el gobierno de los Estados Unidos le ha dado a la CICIG.
A esta barbarie y la de muchísimos otros casos más a los que esa minúscula parte de los empresarios que le han vendido el alma al diablo al colaborar con esa mafia de los DD. HH. y las oenegés que quieren destruir al país e implantar el socialismo, es a esa patraña a la que le llaman “lucha contra la corrupción”.