Opinión

La tristeza de perder uno su patria

Hace un par de días asistí a uno de los desayunos mensuales de Guatemala Inmortal, un grupo cívico ciudadano que parece ser que molesta enormemente a la extrema izquierda y al establishment corrupto de embajadas y ONG en Guatemala, cosa que seguramente deleita a sus miembros, y tuve la grata ocasión de escuchar al Dr. Carlos Sabino en su disertación magistral en aquella mañana de las dictaduras corruptas en Nicaragua y Venezuela.

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Oír a un intelectual y patricio que ama a su patria, Argentina, y a Venezuela hablar sobre la destrucción de estos países bajo el socialismo del siglo XXI y ver que hay grupos en Guatemala que quieren no solo reproducirlo (CUC, Codeca, Conic, Frena, CALAS, CALDH, etc.), sino forzarlo electoralmente al votante guatemalteco es lamentable y evoca la narración de la pena del exilio.

Sabino es, sin duda alguna, una gran suma al mundo cultural y académico guatemalteco, y su curiosidad intelectual sobre Guatemala, sobre las protestas de Rosenberg, sobre las protestas masivas del año 2015, sobre la época de Jorge Ubico o sobre la guerra de guerrillas del siglo XX y los miles de crímenes de las guerrillas que aún hoy, 20 años después de la firma de la “paz”, continúan atormentando al país con el dinero corrupto de las ONG, es una suma enorme a la historia guatemalteca y el desarrollo sociopolítico de nuestra nación en estos convulsos años de la primera mitad del siglo XXI y la segunda mitad de nuestro tormentoso siglo XX.

No me deja de hacer sentir una profunda tristeza y simpatía la lucha del pueblo venezolano y nicaragüense, o inclusive la persecución ilegal contra el expresidente Álvaro Uribe de Colombia por parte de Iván Velásquez, nuestro burócrata con complejo de virrey local.

Oír a los buenos hijos de esas patrias latinoamericanas hermanas nuestras penar por sus patrias perdidas, no solo por su cultura y tradición, sino por las luchas liberales y de la ilustración del siglo XIX que nos unen, en la persecución de un Estado de derecho, una república y las libertades constitucionales más básicas, de verdad que nos hace reflexionar sobre nuestra patria querida, nuestra República de Guatemala, y que siempre nuestra libertad, grande o precaria, se puede perder absolutamente en menos de una generación.

En Nicaragua, por ejemplo, más de 11 años de la dictadura corrupta de Ortega y su nefasta mujer Murillo, presidente y vicepresidenta, respectivamente, tras elecciones donde no superan el 30% de los votos por una reforma corrupta hecha a la ley electoral nicaragüense, nos recuerda que aquí, en Guatemala, la dictadura corrupta de la UNE se mantiene en la Corte de Constitucionalidad y que ese nefasto partido, o sus similares como Semilla (muy mala semilla, por cierto) y otros minúsculos partidos de extrema izquierda, apologistas de Ortega, Chávez y Castro, pueden, si los dejamos, volver al poder y despedazar al país.

La libertad no es gratis, la libertad no se cuida sola, la libertad solo puede sobrevivir si los ciudadanos la cuidamos, si entendemos que un sistema de mercado libre, abierto y competitivo es el único camino para el crecimiento económico real y que es el Estado de derecho y la ley y el orden los que permiten que un mercado libre y abierto prospere y florezca.

Los enemigos de la libertad en Guatemala añoran volvernos Nicaragua, Venezuela o Cuba, y solo si nosotros los guatemaltecos que creemos en la libertad individual, en el libre mercado y el Estado de derecho los enfrentamos y los derrotamos políticamente y culturalmente, solo así la libertad guatemalteca sobrevivirá y nuestra bandera inmortal podrá seguir al viento sobre el suelo de una patria de hombres libres y no de esclavos del Estado o del mercantilismo corrupto.

Aprendamos de los desastres y tragedias de nuestros pueblos hermanos vecinos, no llevemos al país a la debacle con otro gobierno socialista o hipercorrupto como el de la UNE o el PP, pues en esa anarquía de ausencia de castigo para el crimen es donde los dictadores surgen, se nutren y destruyen a los pueblos.

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