Opinión

¿Cómo salir del atolladero?

¿Hacia dónde va el país? El sentimiento de falta de rumbo y certeza sobre lo que, en el corto y mediano plazo, pasará en el país está presente en varios espacios de análisis y reflexión.

Las dudas, los escenarios complejos y especialmente alarmantes están a la orden del día. En ese contexto el panorama político del país es poco prometedor. La crisis política que venimos arrastrando, no desde 2015, sino desde hace muchos años se agudiza y materializa en la desesperanza y una apatía que no ayuda a encontrar salidas.

Está claro que la crisis la tenemos que enfrentar y resolver, pero no hay claridad en cómo hacerlo. Hay muchas vías que se pueden explorar y una de ellas es buscar un espacio de encuentro que permita, de manera plural y representativa, establecer una agenda mínima de aspectos que se deben impulsar.

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Estamos en el momento en el que los actores de los diferentes sectores del país deberían asumir un compromiso y de manera responsable buscar establecer esta ruta de objetivos y metas a alcanzar. Es claro que como sociedad necesitamos dialogar, encontrarnos y dibujar el país que queremos construir.

Hay muchos que están buscando lo contrario, que desean que las cosas sigan igual, que no se dé el cambio. Una posición egoísta y miope que no permite ver más allá. Aferrados a los privilegios y beneficios que les genera la situación en la que vivimos.

La historia del país tiene varios esfuerzos de acuerdos e instancias de diálogo que en algunos casos, los mejores, produjeron documentos con compromisos, que luego, con el pasar del tiempo, se quedaron plasmados en el papel y nunca se materializaron.

Aprendamos de esos ejercicios y evitemos caer en los errores de siempre. Las luces de alerta están cada día más intensas en el país y la región. Las crisis de gobernabilidad y las amenazas al sistema democrático están en nuestro vecindario.

Las ofertas populistas, las dictaduras disfrazadas de “democracias electorales”, el crimen organizado, el narcotráfico, las estructuras clientelares y criminales que cooptan las instituciones públicas, entre otras, son parte de las amenazas que deben enfrentar nuestras jóvenes y débiles democracias.

Nicaragua es un ejemplo de ello. Intolerable la violencia política y condenable son los actos viles e injustificables que ha cometido el gobierno en contra de los nicaragüenses. Lo más triste es ver la reacción tardía, intencionada o no, de las autoridades guatemaltecas y de diversos grupos que con su silencio e inacción solapan este tipo de acciones que no se deben tolerar bajo ningún punto de vista.

Por ello, no permitamos que la crisis política siga derrumbando y debilitando la democracia en el país. Evitemos llegar a situaciones en las que tengamos que salir a rescatar lo que podemos perder, que es mucho más de lo que usted se imagina.

Estoy consciente que el país tiene muchos desafíos, pero siempre vamos a estar mejor en democracia que en cualquier otra situación, ofrezcan lo que ofrezcan. En ese sentido el Foro Guatemala (FG), comprometido con el país, ha presentado un propuesta temática que puede formar parte de una “agenda básica o agenda mínima” acotada para sacar adelante al país.

El interés de este espacio de instituciones representativas es contribuir al debate ciudadano, que en estos momentos es necesario e impostergable ante los claros y cada vez más preocupantes síntomas de deterioro y crisis nacional.

La oportunidad para que otros actores complementen y discutan alrededor de lo propuesto por FG, con una visión de país y futuro, resulta ser una interesante invitación a diferentes sectores y actores en el país. Puede ser un primer paso. Ojalá sea una excusa para construir y buscar acuerdos en un espacio de diálogo y definir una agenda de nación que nos saque de este atolladero.

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