Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el candidato de Morena, un partido nuevo de extrema izquierda mexicano que creó al salirse del PRD, ha ganado las elecciones presidenciales en México.
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En su discurso de toma de posesión ha intentado ser conciliador, pero no lo ha logrado. Es obvio que la agenda del partido y el candidato será una de choque frontal contra los empresarios mexicanos y (ojalá me equivoque) seguramente intentará como Evo, Correa, Chávez y Maduro, y demás socialistas fracasados del siglo XX y XXI, reformar la Constitución mexicana para reelegirse indefinidamente y volverse un dictador.
"Pero caer en un populismo de extrema izquierda agazapado en un falso discurso de moderación, quizá (Dios no lo quiera) haga reflexionar a muchos mexicanos haber votado para caer del sartén a las llamas".
México sufre mucho con la corrupción, igual que Guatemala; han sido corruptísimos los gobiernos del PRI, del PAN y el último de Peña Nieto, que ha despertado en la población, pero especialmente en la extrema izquierda mexicana, una ira particular. La única medida exitosa fue la reforma petrolera, que evitaría la quiebra casi inevitable de Pemex, que permite ahora la inversión privada multinacional en la exploración y explotación de los recursos petroleros mexicanos, pero Pemex, otro gigante con pies de barro estatal, igual que PDVSA en Venezuela, solo ha servido para la corrupción y el robo desde su creación. Recuerda Pemex mucho a Guatel aquí en Guatemala y la cueva de ladrones en la que se volvió esa empresa estatal.
Ojalá y logre el aguerrido y nacionalista pueblo mexicano detener las ambiciones mesiánicas y chavistas de AMLO, pues nadie le cree al candidato, ahora presidente electo, su falso discurso moderado, ni su nuevo “tono conciliador”. Puede ser que ya exista un pacto con el mercantilismo corrupto en México, para cogobernar con AMLO y así poder volverse un Ortega o una Sandra Torres, en el sentido de solo ser un político corrupto de izquierda más y terminar su periodo sin pena ni gloria, pero millonario, como tantos expresidentes guatemaltecos y alguna que otra ex primera dama o vicepresidenta lo han hecho en estos últimos 30 años de democracia guatemalteca.
México ha ganado mucho con el tratado de libre comercio con EE. UU., el comercio y el crecimiento de la clase media mexicana es innegable, el desarrollo también, pero claro, hay un resabio de pobreza y pobreza extrema del cual esa izquierda retrógrada, violenta y resentida se nutre.
"México sufre mucho con la corrupción, igual que Guatemala; han sido corruptísimos los gobiernos del PRI, del PAN y el último de Peña Nieto, que ha despertado en la población, pero especialmente en la extrema izquierda mexicana, una ira particular".
No ayuda en nada la corrupción mercantilista del PAN, el PRI y el PRD, por supuesto. Pero caer en un populismo de extrema izquierda agazapado en un falso discurso de moderación, quizá (Dios no lo quiera) haga reflexionar a muchos mexicanos haber votado para caer del sartén a las llamas.
Ayude Dios y la Santísima Virgen de Guadalupe a México, pues una noche oscura de odio, resentimiento y destrucción socialista se les viene encima, más aún con una mayoría de Morena en el Congreso y el control de la presidencia de la República, lo que recuerda mucho esos cuatro nefastos años de la UNE en Guatemala o el desastre de la Democracia Cristiana.
- D.: ¡Feliz 4 de julio al noble pueblo de los Estados Unidos de América!