Usted no imagina la cantidad de niños que en medio de su inocencia emprenden el viaje de su vida. Un viaje que marcará y definirá su futuro. No estoy hablando del trayecto que tienen que recorrer de sus casas a la escuela. Estoy hablando del peligroso e inhumano viaje que emprenden para buscar oportunidades en el “norte”.
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Los niños con sus familias están buscando un futuro mejor. Están alejándose de un ambiente que lo único que ofrece es desesperanza. Un ambiente hostil que les ofrece poco, o en muchos de los casos, nada. Los niños sin futuro que caminan miles de kilómetros buscando una mejor vida se exponen a peligros como la explotación, abuso o cualquier tipo de violencia, incluso, a esa corta edad, desafían a la misma muerte.
“Triste es darse cuenta que las condiciones de vida en los lugares en donde nacieron no les ofrecen oportunidades de estudiar, crecer y desarrollarse en un ambiente sano y propicio, sino todo lo contrario, en muchas ocasiones lo que tienen a su alrededor es violencia, pobreza y desesperanza”.
Triste es darse cuenta que las condiciones de vida en los lugares en donde nacieron no les ofrecen oportunidades de estudiar, crecer y desarrollarse en un ambiente sano y propicio, sino todo lo contrario, en muchas ocasiones lo que tienen a su alrededor es violencia, pobreza y desesperanza.
Algunos argumentan que la migración es una opción. Lamentablemente, para estos niños no lo era. Los guatemaltecos que migran a Estados Unidos en búsqueda del “sueño americano” lo hacen en su mayoría huyendo de la pobreza y la violencia. El Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras) está entre los 10 países del mundo con mayor índice de muertes por homicidio. Save the Children indica que las maras y pandillas representan actualmente verdaderos ejércitos delincuenciales que reclutan niños, niñas y adolescentes, que junto con las condiciones de pobreza, están dejando sin opción con las familias que toman la decisión de “ir al norte”, “a probar suerte” y “buscar trabajo”.
“Los niños sin futuro que caminan miles de kilómetros buscando una mejor vida se exponen a peligros como la explotación, abuso o cualquier tipo de violencia, incluso, a esa corta edad, desafían a la misma muerte”.
Las denuncias públicas de la separación de los niños migrantes de sus padres indocumentados desataron una impensable ola de rechazo y repudio internacional y nacional. Una condena enérgica a la descabellada, irracional e inhumana política de tolerancia cero que impulsó el presidente Trump.
Esta es la situación de miles de niños guatemaltecos que están separados de sus familias en centros de detención en Estados Unidos. Hay denuncias que en esos centros los drogan, engrilletan y golpean, pisoteando de esa manera la dignidad humana, los sueños y las esperanzas que cada uno de ellos tiene en su corazón. Lejos de sus padres, desamparados y sin protección.
Las historias desgarradoras de esos padres que están de regreso en Guatemala y sin información del paradero mi suerte de sus hijos. No imagino el calvario que estas familias viven, en medio del nulo apoyo gubernamental, y la angustia de no saber nada de ellos.
Lo más triste del caso es que estas historias no dejarán de escribirse en los corazones de muchos guatemaltecos. No estamos pensando en las soluciones de corto, mediano y largo plazo. No estamos discutiendo en las medidas que se deberán tomar desde los espacios públicos y privados para promover el desarrollo humano integral y que la migración termine siendo una opción y no la decisión forzada que toman los migrantes para buscar oportunidades. ¿Qué opina usted?