Imposible no reconocerle su liderazgo popular, y dentro de las élites, dentro y fuera de la ciudad de Guatemala; una carrera política de mas de 30 años igual o similar a la del general de división y exjefe de Estado Efraín Ríos Montt.
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Hombre recio, de armas tomar, no un estratega, sino un táctico frontal y aguerrido. Inició sus primeros pasos en política con otra leyenda de la derecha: Mario Sandoval Alarcón y el MLN, y luego con el general Romeo Lucas García, en el Inguat. Fue canciller de la República, alcalde de la capital reelecto cuatro veces, secretario general y fundador del PAN y del Partido Unionista, presidente de la República y quizá junto con Ríos, la figura política más reconocida en los últimos 30 años.
¡Descanse en paz, don Álvaro, una patria agradecida le llora y le recuerda como a un valiente!"
Al morir, muere con él una época completa de la política de la Guerra Fría guatemalteca, la época de la social democracia y la derecha mercantilista enfrentadas a la extrema izquierda guerrillera terrorista y al ejército contrainsurgente; victorioso en el campo de batalla y derrotado parcialmente en la paz por una negociación ruinosa, la cual la guerrilla nunca iba a cumplir y el sector privado ingenuo, al igual que el Ejército, pensó que se cumpliría. ¡Todos nos equivocamos al negociar con criminales y creer en su palabra!
Winston Churchill dijo una vez cuando estaba en las garras de una posible derrota frente a los nazis en Dunkirk, Bélgica: “You don’t bargain with a tiger when your head is on his mouth” (“No negocias con un tigre cuando tu cabeza está en su boca”). Lamentablemente, los guatemaltecos matamos al tigre y moribundo fuimos a meterle la cabeza a las fauces, ¡creyéndolo muerto!
Ningún hombre es perfecto, todos tenemos luces y sombras, todos tenemos aciertos y errores, pero hoy al ver el legado municipal y a la patria llorar su muerte, dejo de lado mis profundas diferencias políticas con él y le reconozco su intento y trabajo duro y sincero de servir al país".
Fue valiente, no cabe duda, quizá hasta temerario, por ejemplo, al canjear a la señora Novella por Mincho, para liberarla. ¡No pidió perdón, ni permiso! No pensábamos igual; él sí se convirtió en un socialdemócrata en el Liceo Guatemala, yo me convertí en un liberal republicano de derecha en la UFM, luego de salir del Liceo Guatemala.
Él privatizó el mercado eléctrico y las telecomunicaciones, permitiendo un crecimiento económico increíble en Guatemala en los últimos 20 años, que la CC, la UNE, la CICIG y el MP junto con la mafia de los derechos humanos, embajadas y ONG corruptas, las agencias de cooperación y “países amigos” (especialmente los europeos de la UE) se encargan de destruir casi todos los días, de la ultima década. ¡En su gobierno se construyeron más de 5 mil km de carreteras asfaltadas nuevas y más de 30 mil obras públicas! Se desarrollaron políticas de expansión de gasto público y fideicomisos de gobierno de difícil fiscalización.
La paz con la guerrilla, a la cual siempre me opuse por los términos de la negociación, se logró y las armas de matanza por política pararon hace más de 20 años, y ya ni la guerrilla ni el Ejército, ni la derecha ni la izquierda se matan por política.
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Ningún hombre es perfecto, todos tenemos luces y sombras, todos tenemos aciertos y errores, pero hoy al ver el legado municipal y a la patria llorar su muerte, dejo de lado mis profundas diferencias políticas con él y le reconozco su intento y trabajo duro y sincero de servir al país y enfrentar la nueva invasión extranjera que nos aqueja, y que Dios primero y en el nombre del Altísimo y María Santísima derrotaremos nuevamente; pues así como las guerrillas fueron totalmente derrotadas en el campo de batalla, por un sector privado y un ejército unidos y con propósito común de país, así Guatemala unida ¡derrotará la invasión extranjera nueva cubierta en el falso manto de la “lucha contra la corrupción”!
¡Descanse en paz, don Álvaro, una patria agradecida le llora y le recuerda como a un valiente!