Conocí a Álvaro Arzú en los años 80. La época de Lucas García fue obscura, sin embargo, se hablaba de un joven político que desde el INGUAT promovía Guatemala. Arzú se presentó como candidato a la alcaldía en el año 1982. Fuimos con mis compañeros de la universidad a votar por primera vez, sin tener la menor idea de lo que realmente podría pasar con nuestro voto. Pronto se dio el escándalo que a media noche cambiaron las cifras a favor del candidato oficial a la presidencia y días después se dio un golpe de Estado. El general Efraín Ríos Montt asumió el mando y le ofreció a Arzú la alcaldía, y a pesar de haber ganado él prefirió esperar.
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Luego vino la era democrática y una nueva Constitución fue aprobada en 1985. Las elecciones fueron fundamentales y Arzú ganó la alcaldía apoyado por un comité cívico a partir de 1986. Recuerdo que nos fue a dar una charla al Club Rotaract y nos motivó y exhortó a involucrarnos y hacer realidad nuestro sueño de cambiar el país. En esa época, lo político era sinónimo de peligroso, malo y sucio, sin embargo, él y su equipo se pusieron a trabajar para lograr la transformación de la municipalidad. Fueron cambios muy importantes de servicio al ciudadano, limpieza, orden y lo más importante participación de los vecinos. Fue una experiencia muy bonita trabajar como voluntaria, integrar comités de vecinos e ir presenciando como la municipalidad iba cambiando.
En esa época, lo político era sinónimo de peligroso, malo y sucio, sin embargo, él y su equipo se pusieron a trabajar para lograr la transformación de la municipalidad".
En 1990 fundó con Oscar Berger el partido de Avanzada Nacional (PAN) y corrió como candidato a presidente, sin lograr ganar. Recuerdo que sostuve una conversación con él respecto las ventajas y desventajas de ser canciller de la República en el gobierno de Jorge Serrano. Aprendió como ministro el teje y maneje del Ejecutivo y renunció en septiembre de 1991, tras una polémica sobre el reconocimiento de la independencia de Belice.
Paralelamente el partido había logrado 12 curules de 116 en el Congreso. Desde un inicio esta bancada fue categórica en su comportamiento ético y a favor del país. Les llamaban los 12 apóstoles. No se prestaron a la corruptela del gobierno de Serrano. Se dio el autogolpe y estos diputados fueron determinantes para la depuración del Congreso y que Ramiro de León Carpio llagara a la presidencia y terminara el período presidencial.
En 1995 Arzú corrió una segunda vez como candidato a la presidencia y tuve la oportunidad de acompañarlo a algunas giras y aprender de él. El primero en levantarse, ameno con su equipo y afable con la gente. Comprometido con Guatemala y su desarrollo. Dando siempre el primer paso, la milla extra y apasionado en lo que hacía. Hombre de temple y espíritu joven.
Muchos lo criticaron porque ni bien había ganado la presidencia, ya tenía definido su gabinete. También contaba con un plan para firmar la paz. Se hizo de los mejores profesionales y estrategas y cuando tomó posesión prometió concluir los acuerdos y en diciembre de 1996 se firmó la paz. Fue un gobierno muy progresista, se modernizaron los servicios públicos de educación, salud, seguridad e infraestructura, con un alto compromiso de llegar a los más pobres. Se liberaron los mercados de las telecomunicaciones y energía eléctrica, la economía empezó a crecer y el país a florecer. Fue un honor trabajar con el presidente y su equipo. Las buenas ideas eran siempre bienvenidas y se laboraba con mucho amor al país. Lamentablemente, no se logró que el partido se reeligiera y entró el gobierno del FRG que lejos de querer el bien de Guatemala, se enfocó en manosear las instituciones para que el General Ríos Montt fuera el próximo presidente.
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Poco sociable, desafiante con algunos medios de comunicación y en repetidas veces "políticamente incorrecto". Fue siempre tenaz, valiente y con carácter. Hombre de fuertes convicciones, dispuesto a luchar por sus ideales; un guerrero".
Siempre inquieto, hiperactivo y dinámico, decidió regresar a la Municipalidad de Guatemala a partir del año 2004 y fue reelecto luego por tres veces consecutivas. Nos ayudó mucho en el Ministerio de Educación. Cuando pasaba enfrente del edificio llamaba de vez en cuando para saludar. En una oportunidad me llamó la atención debido a que la bandera que teníamos estaba deteriorada y también me dio una solución. Siempre buscando que las cosas se hicieran bien.
Perdí contacto con él, pero pude observar que no dejaba de trabajar. Buen deportista, le gustaba cantar y muy familiar. Poco sociable, desafiante con algunos medios de comunicación y en repetidas veces “políticamente incorrecto”. Fue siempre tenaz, valiente y con carácter. Hombre de fuertes convicciones, dispuesto a luchar por sus ideales; un guerreo. De nuevo despertó a la vida pública el año pasado. Apoyó al presidente Jimmy Morales luego de los eventos en agosto de las diferencias con MP y CICIG. Estaba indignado con lo sucedido el 14 de septiembre donde unos jóvenes cambiaron el pabellón nacional con una bandera manchada de rojo. En octubre se presentó personalmente al MP cuando se solicitó levantarle a él el antejuicio. De allí en adelante fue el conductor de la política del país con una postura definida. Como dijo su hijo, presidente del Congreso: “Defendiendo la soberanía, la independencia y la dignidad de Guatemala”.
Ha partido Álvaro Arzú, deja un legado y un ejemplo de servicio. Fue un líder que inspiró a mi generación y posiblemente a muchas otras más. Formó a muchas personas y les inculcó disciplina, coraje y trabajo en equipo. Los jóvenes deben conocer más de su trayectoria, su visión y amor por Guatemala. Admirado por muchos, criticado por varios, recordado por todos. Hará mucha falta, especialmente en la política, pero vendrán nuevos liderazgos. Nos deja, en una coyuntura crucial para el país que esperamos podamos salir adelante pensando en el bien común y en el futuro. Que Dios lo tenga en su gloria y le rendimos honores a un hombre que dedicó su vida a la patria.