Opinión

¡Consecuencia!

Hace poco, un joven empresario guatemalteco me preguntó sinceramente: ¿qué podemos hacer para parar el actual caos en Guatemala?

A esa pregunta, mi respuesta fue si somos guatemaltecos es nuestro deber involucrarnos ¡y luchar! por los asuntos de nuestro país, pues si no lo hacemos nosotros nadie más; ni el embajador de Estados Unidos, ni el insolente Robinson, ni el irrespetuoso Kompass, ni nadie en el mundo entero lo hará por nosotros.

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¡Es nuestro país y el de nadia más! Es nuestra responsabilidad y la de nadie más.

¡Es nuestro problema y nuestros asuntos internos y los de nadie más!

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No significa que sí exista una cooperación internacional, rara, pero existe; que no interviene en asuntos internos, que no pretende suplantar al gobierno interno del país y que no manipula las instituciones para hacer política con ellas.

Por lo que me vienen a la mente rápidamente: la cooperación técnica y las más de 4 mil becas israelíes a guatemaltecos, la Cruz Roja, la cooperación humanitaria privada de las iglesias protestantes norteamericanas y sus miles de jornadas médicas, y por ejemplo los intercambios culturales y económicos privados.

Eso sucede en todo el mundo, al igual que en Guatemala. Sin embargo, la política exterior guatemalteca (si alguna vez existió) no ha tenido hasta hace muy pero muy poco tiempo, una doctrina y un norte serio y constante, consecuente con los ideales republicanos de nuestra Constitución.

Por ello se explican disparates como la consulta popular para “resolver” el diferendo territorial con Belice: un ejercicio en futilidad, desperdicio y despilfarro de 300 millones de quetzales por una amenaza a Belice de perder el 30 o hasta el 50 por ciento de su territorio.

Pongamos por caso que digamos México quisiera quedarse con Petén, y políticos incompetentes o corruptos o ambos, firmaran un acuerdo méxico-guatemalteco para perder ese departamento en un litigio en La Haya.

¿Qué haría usted como guatemalteco? ¿Iríamos a votar en masa para poner en riesgo digamos el 30% de nuestro territorio?

Lo increíble es que escuche una vez de uno de los “cerebros atrás de la operación” como es que algunos guatemaltecos han ido a hacer programas en inglés a Belice sobre el tema. Se logra con un poder de convencimiento “mágico” esos programas de radio por si solos cambiaron la opinión pública beliceña y pues ni modo ¿cómo no ir a votar en masa?

¿Cuánto más podríamos haber logrado si hace años o décadas hubiésemos firmado un tratado de libre comercio y tránsito de bienes capitales y personas con Belice?

Lo mismo nos pasa con CICIG, con Minugua, con las oenegés corruptas que operan en Guatemala, con la Unión Europea y su desastrosa ley de “competencia”. Con la ley de extinción de dominio de los norteamericanos, con el “frente contra la corrupción” de Anders Kompass, Usaid y demás patrocinadores del sector privado colaboracionista, y un triste y largo etcétera.

A veces he pensado en el bar de Tatooine, a veces en la mentalidad colonial mercantilista española, a veces en la inquisición española o la casi teocracia católica verticalista, casi absoluta papal de obispos párrocos y órdenes religiosas , muchísimas veces benéficas y otras muchas dañinas como la teología de la liberación jesuita, maryknoll, marista, de las monjas del belga, de la asunción o del clero en general. Otras, pienso que seguimos pensando como colonia de frontera, como posesión de ultramar que añora a la metrópoli extranjera en Madrid, Bruselas, Washington o Estocolmo.

Quisiera equivocarme…

de verdad quisiera equivocarme y encontrar al menos unos cien republicanos guatemaltecos antimonárquicos y anticlericales en el sentido que la Iglesia no tiene, porque ninguna que esta sea gobernar temporalmente sino ocuparse de las almas y el espíritu de los hombres…

Sueño con una república liberal de mercado abierto y Estado de Derecho real, no solo de letra muerta o de discurso vacío del que repite como loro lo que no cree, lo que no conoce, lo que no defiende.

Invito a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a levantar la cara, luchar por la república y seguir luchando el doble por la libertad de la bandera sagrada del azul y blanco.

¡¡¡Salve cara Guatemala, Salve!!!

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