Ayer habló con la prensa la canciller Sandra Jovel. Apenas unos minutos. Se esperaba un informe más detallado de su viaje de la semana pasada por Washington y Nueva York. A mí, particularmente, me interesaba conocer su versión de cómo le había ido con António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, pues lo que ha trascendido hasta ahora resulta -como mínimo- preocupante, si no bochornoso para su gestión. Sano hubiese sido oír sus impresiones acerca de ese encuentro. No dijo casi nada. Sus declaraciones repitieron los mismos argumentos de quienes desde siempre adversan a la CICIG. Solo le faltó decir que Iván Velásquez es parte de un siniestro plan de la izquierda internacional. Noticiosamente hablando, tal vez lo único revelador fue que admitiera que ve injerencia de la Comisión. Lo cual no sorprende a nadie. Además, buena parte de su respuesta la “contestó” con la pregunta que se le había formulado. Tampoco mencionó una palabra acerca de las señales muy directas que el gobierno de Jimmy Morales recibió en días recientes de diferentes altos funcionarios de Estados Unidos, en cuanto a la percepción que se tiene en aquel país del trabajo de la CICIG. Primero fue el embajador Luis Arreaga. Después, el subsecretario de Estado, Thomas Shannon, por cierto muy cercano a Guatemala. Y, para rematar, las muy difundidas palabras de Rex Tillerson, actual jefe de la diplomacia estadounidense. Antes ha habido otras advertencias de congresistas y de diversas organizaciones del mundo. Y las habrá igual en fechas próximas. Todas en la misma línea. Pero la ministra parece no entender los mensajes. Tampoco el presidente Jimmy Morales. Mucho menos sus asesores y quienes los patrocinan. No hace falta recordar que para sacar a Velásquez lo han intentado casi todo. Y, según sugieren los nubarrones en el horizonte, seguirán en sus afanes y lo harán cada vez con mayor virulencia. Lo cual indica que, como ya sabemos, van a echar mano de lo que esté a su alcance, porque aquí van al “todo o nada”. Aunque se lleven al país por delante. No les importa. Aunque hagan el monumental (y cruel) ridículo histórico. Tampoco les preocupa. Aunque polaricen a extremos peligrosos a la sociedad. Mejor para ellos.
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"Sus declaraciones repitieron los mismos argumentos de quienes desde siempre adversan a la CICIG".
La “conveniente” y “oportuna” manifestación magisterial muestra que la alianza anti CICIG es curiosamente transversal y variopinta en materia ideológica. Las alianzas se consuman por doquier. El Congreso no se queda atrás en esas maniobras. No es el mejor momento para que salga a luz una escucha telefónica en la que supuestamente participa el diputado Felipe Alejos, vice de la junta directiva vuelta a elegir, sobre todo después de su mensaje por televisión en el que describió a la fiscal general, Thelma Aldana, y al titular de la CICIG como parte de un “pacto de terroristas”. El discurso coincide con el de otros actores que persiguen el mismo fin. Algunos, ya en la cárcel. Otros, camino a ella.
Quedan muchas preguntas por responder para la canciller Sandra Jovel. ¿Será cierto que el secretario general de la ONU la dejó conversando con sus asesores a la mitad de la reunión? ¿Y si Guterres le dijo, palabras más palabras menos, eso que circula en redes -producto del ingenio de un tuitero- de que el problema con la CICIG que venden como “del Estado” es en realidad de esta administración, y que en vez de buscar proteger a la sociedad, lo que quieren es proteger el gobierno de Jimmy Morales y a sus aliados? ¿Qué otras “preocupaciones” acerca de la Comisión, aparte de las que ayer le comunicó a medias a la prensa le habrá presentado Jovel al “mandamás” de Naciones Unidas? ¿Saldrá de nuevo con que esos escarceos de torpeza diplomática no le hacen daño a la imagen de Guatemala? ¿Tendrá conciencia del “papelón” que está haciendo?
“La ‘conveniente’ y ‘oportuna’ manifestación magisterial muestra que la alianza anti CICIG es curiosamente transversal en materia ideológica”.
El presidente Morales pasará cinco días en Estados Unidos esta semana, entre otras razones, para participar en un desayuno de oración. Hasta el momento no se conoce mucho de su agenda. Pero es previsible que, entre sus objetivos, se incluya seguir buscando, a toda costa, salir de la CICIG o por lo menos del comisionado Velásquez. Es triste ver cómo se tira por la borda la gran oportunidad de una vida. Es patético. Jimmy Morales no será un “reformador”, como alguna vez declaró como intención personal por la radio. Porque al mandatario tampoco parece importarle llevarse al país por delante, hacer el monumental (y cruel) ridículo histórico, o polarizar peligrosamente a la sociedad.
La desesperación es pésima consejera. Asistimos al atroz e irresponsable destino del peor sordo. En este caso, hablar de “oídos necios” es piropo.