El contexto político ha estado permeado por una fuerte pugna de intereses entre actores que buscan, por un lado, que la lucha contra la corrupción avance, y por otro, que esta corriente que se instaló desde 2015 se detenga y permita que la cooptación de las instituciones por estructuras político-económicas se consolide.
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El año prometía ser políticamente intenso y el primer mes no ha defraudado. No está de más recordar la investigación que presentó el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), en la cual revela el acuerdo explícito que tenía Manuel Baldizón y Alejandro Sinibaldi para apoyarse mutuamente y que cada uno pudiera llegar a gobernar. Desde mi perspectiva esta noticia pasó un poco desapercibida.
Uno de los desafíos en la lucha contra la corrupción está en que el TSE priorice la implementación de las reformas aprobadas en 2016″.
No obstante, resulta ser triste, desalentadora y preocupante. En tela de juicio queda el sistema político electoral que en medio de este comportamiento termina siendo una obra de teatro en donde la trama está escrita, el reparto de actores determinado y nosotros asistimos a presenciar un acto que está pactado. Y lo peor de todo es que al votar no decidimos ni influimos en el curso de la obra electoral.
Increíble fue constatar, porque era un secreto a voces, el descaro y la desfachatez con la cual se pusieron de acuerdo y mediante la activación de estructuras que saqueaban el Estado, se apoyaban mutuamente para financiar sus campañas electorales. Mientras tanto en la escena política aparecían públicamente como adversarios políticos, de diferentes partidos e intereses.
Por eso, uno de los desafíos en la lucha contra la corrupción está en que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) priorice las energías, esfuerzos, acciones y recursos en el proceso de implementación de las reformas aprobadas en 2016. Especialmente en materia de fiscalización y control del financiamiento partidario, ya que esto permitirá tener mayores herramientas para controlar y fiscalizar los recursos que utilizan los partidos en campaña, reduciendo los espacios para el financiamiento ilícito. Un TSE con capacidad para fiscalizar a los partidos políticos es un instrumento para la lucha contra la corrupción.
En tela de juicio queda el sistema político electoral que en medio de este comportamiento termina siendo una obra de teatro en donde la trama está escrita, el reparto de actores determinado y nosotros asistimos a presenciar un acto que está pactado.
Si estamos comprometidos con la lucha contra la corrupción interesa que el TSE implemente de buena manera las reformas electorales. Especialmente las relacionadas con las sanciones y la fiscalización de los recursos que los partidos políticos reciben durante la campaña electoral, prioritariamente. Ya que es ahí en donde los políticos adquieren compromisos a cambio de las millonarias sumas de dinero que reciben para financiar la campaña.
El TSE, en este momento, se encuentra organizando una consulta popular que no ha logrado despertar interés de parte de los actores políticos ni sociales. Necesitamos solucionar el diferendo con los vecinos beliceños, y por eso es importante que la consulta popular se realice y gane el sí, pero eso no tiene que desenfocarnos del proceso de implementación de las reformas en materia de control y fiscalización.
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Si lo queremos ver de esta manera, el próximo proceso electoral está a la vuelta de la esquina y eso presiona al TSE para que continúe con los esfuerzos de implementación. No tenemos que esperar a 2019 para preocuparnos por el fortalecimiento del TSE. Si esto último sucede, llegaremos muy tarde. Al contrario, lo que debemos hacer es prepararnos desde ahora. No hay que perder tiempo, ya que cada minuto perdido es una victoria para la corrupción.
El reto es romper ese perverso vínculo entre financiamiento partidario y corrupción. Si bien, al tener un control más riguroso del financiamiento partidario, no se cierran todos los espacios de la corrupción, indudablemente sí uno de los más grandes. ¿Qué opina usted?