El año pinta que estará políticamente intenso y prueba de ello es la dinámica que adquirió la elección de la Junta Directiva en el Congreso de la República, que se constituye en el primer momento político que configurará los escenarios que se podrían concretar en este año. El foco de atención ha estado en cómo los actores políticos, visibles e invisibles, se mueven para que sus intereses se impongan y logren prevalecer. Hay mucho en juego y nadie está dispuesto a perder el primer round del año.
PUBLICIDAD
Los principales desafíos en materia político-institucional los enfrentará el Congreso y el Ejecutivo. Mucho se ha escrito recientemente sobre esto y hay coincidencia en que el resultado de ellos puede ser un punto de quiebre entre profundizar lo alcanzado desde 2015 o un retorno a la situación que se tenía antes de la crisis de ese año.
El papel de una ciudadanía activa que fiscalice las acciones de los actores políticos es clave para alcanzar resultados que apunten al fortalecimiento institucional".
La agenda en los primeros días se ha concentrado en el Congreso de la República por la elección de la nueva Junta Directiva. Este proceso será clave para determinar el rumbo que tomará la agenda legislativa y qué aspectos se priorizarán en ella. Hay muchas iniciativas, necesarias y demandadas desde diversos espacios, que podrían verse afectadas. La reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) y la reforma constitucional en materia de justicia, entre otras, son un ejemplo de ello, ya que puede prevalecer la corriente que no tiene voluntad ni interés en que se aprueben esas reformas. Ojalá suceda lo contrario y que los diputados nos sorprendan.
Por otro lado, el Ejecutivo, en su tercer año de gobierno, deberá afinar muy bien las habilidades político-institucionales, ser más efectivo y articular los esfuerzos en los diferentes ministerios para mejorar la “ejecución presupuestaria”. El Gobierno deberá, si quiere ser recordado por algo, imprimir el sello que lo caracterizará y lo diferenciará de las otras gestiones.
Hasta el momento no ha tenido la capacidad para hacerlo y evidencia ausencia de objetivos y claridad. Lo que logre este año será en gran medida el legado que dejará para la historia, ya que en el siguiente la gestión se verá opacada por el proceso electoral que tomará un lugar prioritario en la agenda política del país.
En este sentido será clave escuchar el discurso que el presidente dará el 14 de enero, cuando rinda el informe anual de su gestión. Habrá que ver si en esta ocasión asiste al Congreso o si opta por realizar un acto en un espacio controlado, o bien, no hacer nada y solo presentar su informe. Creo que si opta por la tercera opción perderá una valiosa oportunidad política para manifestar y delinear las prioridades que el Gobierno tomará este año. Llegará al Congreso si la correlación de fuerzas en el mismo termina siendo, luego de la reconfiguración en la elección de la Junta Directiva, amigable y cercana.
El Gobierno deberá, si quiere ser recordado por algo, imprimir el sello que lo caracterizará y lo diferenciará de las otras gestiones".
Desde ya se presenta la elección del próximo fiscal general del Ministerio Público y la del contralor general de Cuentas de la Nación como las dos elecciones de segundo orden más importantes del año. Estos procesos, que caen luego del trabajo de las Comisiones de Postulación en las manos del Ejecutivo para elegir fiscal y en el Congreso para contralor, pueden ser determinantes para el rumbo que tomarán las acciones en la lucha contra la corrupción e impunidad.
No nos aburriremos este año. Habrá mucha actividad política y debemos estar atentos a los diferentes procesos. El primero será mañana en el Congreso. En estos contextos, el papel de una ciudadanía activa que fiscalice las acciones de los actores políticos es clave para alcanzar resultados que apunten al fortalecimiento institucional y a la lucha contra la corrupción e impunidad. ¿Qué opina usted?