Hace frío en estos días. Pero igual que en la temporada de calor, aquí las noticias surgen de lo más insólito. El Procurador de Derechos Humanos provoca al Presidente. Le dice que “al entendido por señas” porque, desde el 21 de agosto que le envió una carta, no ha tenido comunicación directa con él. Y es categórico cuando afirma en la radio que ese “distanciamiento” lo atribuye a su actuar durante aquel malhadado domingo 27 de agosto, en el que al mandatario se le ocurrió declarar non grato al titular de la CICIG. Y en ese contexto recuerda que presentó un amparo para impedir que sacaran del país a Iván Velásquez.
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"Igual, no parece que la crisis política encuentre alivio alguno, ni siquiera durante estos días de supuesta \'paz y concordia\""
“Lo hice porque todavía quedamos quienes agradecemos todo lo que ha hecho el fiscal colombiano por Guatemala”. Así se expresó ayer Jordán Rodas. Y además criticó el desempeño del Gobierno en aspectos medulares como el de las carreteras en pésimas condiciones. El PDH fue sumamente ácido para hablar de Jimmy Morales. Y este, al ser preguntado acerca de su nula comunicación con el Magistrado de Conciencia, respondió una frase que, de inmediato, hizo reventar las redes sociales: “¿Hay alguien que procure por los Derechos Humanos en Guatemala?” Irónicamente, y como cosa muy rara, fue un tanto más lúcido en su respuesta el portavoz presidencial, cuando le dijo a los reporteros que el Procurador sabía los mecanismos para tramitar una audiencia con el mandatario. Igual, no parece que la crisis política encuentre alivio alguno, ni siquiera durante estos días de supuesta “paz y concordia”. Y eso lo pagamos todos. Cada desatino suma en el caos. Y resta en materia de confianza. Y divide sin misericordia en el peligroso campo del odio. Y multiplica la desesperanza. En síntesis: las matemáticas del abismo.
“Es una pena que la inestabilidad pase tan caras facturas a la economía y al entusiasmo emprendedor de los guatemaltecos”.
No está de más recordar el reciente revés sufrido por eso que ha dado en llamarse el “pacto de corruptos”. Fue gracioso escuchar al analista Adrián Zapata darle la razón al jefe del bloque oficial, Javier Hernández, cuando este dijo que el fracaso a la hora de la votación para cambiar autoridades en el Congreso se había dado “por el egoísmo de los diputados”. Zapata fue certero y mordaz en su comentario, aduciendo que en la “novena avenida”, solo se discuten temas de interés personal, por lo que la frase “egoísmo de los diputados” cazaba perfecto con la realidad. No existe manejo ni tino en la política local. Es burda y grotesca. Cínica y perversa. De bajísima estofa y estridente. Y además defiende lo indefendible. Y también se decanta por el mal con una obviedad que ofende. ¿Acaso alguien duda quiénes son los que integran eso que ha dado en describirse como el “pacto de corruptos”? Lo descorazonador es que solo reflejan el signo de los tiempos, porque, guardando las distancias, incluso en Estados Unidos ocurren episodios similares. Esa cruzada contra el fiscal Robert Mueller es un ejemplo. Se alinean contra él los más conservadores, incluido por supuesto lo que queda del Tea Party, o la siempre acomedida cadena Fox. Hasta el Wall Street Journal se metió a esa fea jugada. ¿Para qué? Pues para desprestigiar la investigación del fiscal en lo que suele denominarse como “la trama rusa”. Es decir, procurándole la impunidad a Donald Trump, no con pruebas y argumentos, sino con difamación y descrédito. Idéntico a lo que sucede aquí con los netcenters, los infundios por WhatsApp y los voceros a sueldo que intentan denigrar el esfuerzo de que la justicia “deje de ser esa serpiente que solo muerde a los más pobres”, como dijo la fiscal general Thelma Aldana cuando habló con periodistas ayer por la mañana. Total, el objetivo es que “el arte de lo posible” de la política queda reducido a las malas artes de hacer imposible el sueño colectivo. Y todo, para preservar privilegios. Y todo, para que nada cambie. Y todo, para seguir haciendo negocios turbios en “defensa del pueblo”.
“¿De ahí la pregunta que yo me planteaba después de su innecesario comentario de ayer contra el PDH: ¿Habrá alguien que se esté ocupando de la presidencia en Guatemala?”
Es una pena que la inestabilidad pase tan caras facturas a la economía y al entusiasmo emprendedor de los guatemaltecos. Cualquier líder con dos dedos de frente ya habría tratado de alcanzar un mínimo acuerdo. No es el caso del presidente Jimmy Morales. Y es a él a quien le toca hacerlo. Es él quien debe tratar de salvar su nombre para la historia y evitar que aquí la sangre llegue al río. Pero no es con respuestas como la que le profirió al Procurador como podrá ganar terreno. No es ignorando los problemas, en los que él mismo se ha metido, como llegará a una solución medianamente viable. De ahí la pregunta que yo me planteaba después de su innecesario comentario de ayer contra el PDH: ¿Habrá alguien que se esté ocupando de la presidencia en Guatemala?