Fue para mí una tristeza enorme ver en días recientes a activistas políticos radicales, algunos de los cuales viven engañados y creen que son periodistas, asociarse a los que yo consideraba que eran periodistas profesionales, para pedirle abiertamente al Estado censurar y perseguir penalmente a otros ciudadanos en las redes sociales que los han, en unos casos, criticado, en otros casos, denunciado, y seguramente en otros casos, como me sucede a mí y a otros periodistas y columnistas de opinión en redes sociales casi a diario, seguramente también los han insultado, en forma vulgar o hasta soez, con perfiles reales o falsos y cuentas anónimas en Twitter, Facebook y otras redes sociales.
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No se dan cuenta estos políticos radicales de extrema izquierda con pose de periodistas, o sus adláteres aliados del complejo MP-CICIG-embajadas, de que lo que están pidiendo, al solicitar que el MP investigue y persiga a lo que ellos llaman “net centers”, es una petición manifiestamente ilegal, inconstitucional y eminentemente violatoria de los derechos humanos más fundamentales y de docenas de tratados, declaraciones y cartas de libertad de prensa nacionales e internacionales y libertad de expresión de las cuales Guatemala, por décadas y décadas, ha sido parte contratante y defensora.
Recuerdo, por ejemplo, los esfuerzos por la libertad de expresión de los próceres José Cecilio del Valle, el doctor Manuel Antonio Molina o el mítico David Vela o don Alejandro Córdova".
Recuerdo, por ejemplo, los esfuerzos por la libertad de expresión de los próceres José Cecilio del Valle, el doctor Manuel Antonio Molina o el mítico David Vela o don Alejandro Córdova, fundadores y editores de “El Imparcial”, de “El Editor Constitucional” o de “El Amigo de la Patria”, los primeros y más famosos diarios en la historia del primer periodismo libre guatemalteco. También recordé las grandes luchas y gestas libertadoras y ejemplo de periodismo valiente y digno de don Isidoro Zarco Alfasa, otra leyenda del periodismo, cofundador de “Prensa Libre” y asesinado en un intento de secuestro por la guerrilla en su lucha por la defensa de la libertad de expresión del pensamiento, cuando escribir significaba literalmente arriesgar la vida y la familia durante la guerra de guerrilla en el siglo XX guatemalteco.
Yo, en carne propia, he tenido que aguantar en redes sociales con perfiles falsos y verdaderos, muchas veces hasta en manada, los permanentes ataques, insultos y vulgaridades de contrarios a mis ideas e ideología de forma, a veces, frontal y otras de forma anónima y cobarde. No es posible que uno pida, como periodista de opinión, dueño de un medio, editor, columnista o comentarista de la opinión pública, al Estado que persiga a algún ciudadano conocido o anónimo porque este me resulta incómodo o porque lo detesto, o me parece que sus ideas, comentarios u opiniones son una locura, son incorrectas, no las comparto o no coincido con ellas.
No es posible que periodistas reconocidos en el país, junto con activistas políticos en la bolsa o cooptados (palabrita que les encanta usar a ellos) por poderes o agendas externas o extranjeras, ¡pidan abiertamente que se censure la libertad de expresión en Guatemala o en la redes sociales!
Yo, en carne propia, he tenido que aguantar en redes sociales con perfiles falsos y verdaderos, muchas veces hasta en manada, los permanentes ataques, insultos y vulgaridades de contrarios a mis ideas e ideología".
No es delito insultar, no es delito incomodar con opiniones contrarias, no es delito hacer una publicación en nombre propio o anónimamente. La libertad de expresión es algo tan importante para la libertad de todos los ciudadanos, tan importante para defendernos de los abusos del Estado y del poder público, es algo por lo que tantos periodistas de verdad han tenido que sufrir secuestro, persecución política, exilio, tortura, asesinato y vejámenes personales y familiares. Que estos colegas y activistas políticos, que han hecho esta vergonzosa petición pública al Estado y que inclusive se ufanan públicamente en Twitter diciendo que el Estado, a través de “investigadores” del Ministerio de Gobernación, hacen eco de sus denuncias ilegales e inconstitucionales, que abiertamente piden censura a la libertad de prensa al gobierno, deberían recapacitar y retractarse de dicha aberración oprobiosa y que ensombrece a toda la prensa nacional.
Aunque deteste la opinión del contrario, ¡no tengo derecho a censurarlo o a pedirle al Estado que lo calle o lo lleve a prisión por sus opiniones! Esa es la esencia misma de una dictadura, de una tiranía, pedida por los mismísimos llamados a defender con su pluma y esfuerzo esa libertad de prensa en la que descansa su oficio y la libertad misma de ellos y de la República en la que viven y vivimos todos los ciudadanos.
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Señoras y señores que se dicen periodistas y que han pedido públicamente que se censure y se lleve a la cárcel a sus críticos y detractores, sean estos cobardes anónimos bajo una cuenta anónima en Twitter o personas reales, desistan, por favor, por dignidad y decencia, y por respeto a las garantías constitucionales y a los derechos humanos fundamentales. ¡¡¡No sean ustedes mismos los que terminen de destruir la poca libertad que aún nos queda a los guatemaltecos en este mar de injusticias y de tiranía arbitraria de la ocupación extranjera abusiva, ilegal e inconstitucional!!!
Sin libertad, aunque esta sea abusada por algunos, no es posible que la República de Guatemala pueda sobrevivir. Yo, en lo personal, prefiero vivir en un país libre que bajo el yugo de una prensa que coquetea con la censura, la tiranía y el Estado totalitario que impide la libre emisión del pensamiento, aunque ese pensamiento u opinión me sea totalmente contraria e inconveniente. ¡¡¡Tolerar la crítica es precisamente lo que nos hace, en verdad, libres!!!