Opinión

Contra el ruin cinismo, incansable ciudadanía

"Vuelve a quedar claro que a los políticos les encanta “vernos la cara”. Y que no les importa seguir adelante con sus tropelías, porque cinismo les sobra".

No deberíamos permitir que ninguno de los que forman parte de lo que se conoce como el “pacto de corruptos” promueva su candidatura para presidir (o integrar) la justa directiva del Congreso. Luego de tan descarada maniobra, ninguno de los que participaron tendría que seguir allí. Sin embargo, es obvio que nadie se moverá de su silla. El sistema los avala. Y como carecen de escrúpulos, les da igual.

Vuelve a quedar claro que a los políticos les encanta “vernos la cara”. Y que no les importa seguir adelante con sus tropelías, porque cinismo les sobra. Cuero de danta, que le dicen. Y además, consideran no estar lo suficientemente vigilados, lo cual, en alguna medida, es cierto. Mas no como para confiarse. Falta poco para que la paciencia se acabe. Muy poco. Y lo que se gesta en la actividad parlamentaria y gubernamental contribuye con el descontento y con el rechazo de manera permanente. No es que se pretenda criminalizar a los diputados y a los funcionarios del Ejecutivo, solo porque sí. Admito que incluso de un Congreso tan desprestigiado y tan mal visto como el actual han surgido algunas acciones positivas. Pero lo terrible y lo infame es tan enorme que opaca cualquier luz ocasional que intente surgir por esos lares. Y eso ocurre porque, de fondo, no existe un afán serio de enmendar las ofensas cometidas. Causa desconfianza e indignación que trasciendan tantas propuestas insulsas y que se intuyan trampas en temas tan fundamentales como las reformas a la Ley Electoral.

“Noviembre ya pinta a pasividad de fin de año. Los celajes nos distraen con su fascinante belleza. Eso los perciben los políticos que, en circunstancias de apremio, solo piden llegar hasta Navidad para completar una etapa más”.

Por ello me parece de suma importancia el esfuerzo ciudadano que surge desde Totonicapán, en la búsqueda de lograr que los cuatro diputados que representan al departamento renuncien. Para el efecto ya han reunido y presentado 34 mil firmas. Y le han dado seguimiento al deleznable episodio de los decretos del oprobio, demostrando así un genuino interés por presionar de manera efectiva para que sus voces sean escuchadas. No son los únicos que están en esa jugada. Hay otras iniciativas que también van por esa línea. Poco a poco, la conciencia aterriza en la gente. Y eso la obliga a meditar y a cuestionarse. Asimismo, a tomar acciones para que el rumbo de la nave no siga a la deriva, a expensas de un putrefacto naufragio. Porque cada vez más guatemaltecos saben y entienden que permitir los desmanes de siempre equivale a pobreza, injusticia y muerte.

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Noviembre ya pinta a pasividad de fin de año. Los celajes nos distraen con su fascinante belleza. Y nos distraen también el consumismo y la fiesta. Eso los perciben los políticos que, en circunstancias de apremio, solo piden llegar hasta Navidad para completar una etapa más. Mientras tanto, los abusos siguen. El mismo presidente del Congreso acepta que solo cuatro de los 158 diputados asistieron a todas las sesiones, entre enero y septiembre. Y que son numerosos los que se asoman un rato a la “9a avenida”, y que a conveniencia y capricho se salen o se quedan a la hora de las votaciones. Lo cual es inaceptable,  por normal que se vea en el ámbito parlamentario.

En medio de esa narrativa desoladora y desafiante, no deja de ser alentador que seis diputados se comprometan públicamente a denunciar cuanto pacto de corruptos se dé en el seno del Organismo Legislativo. De más está decir que se han metido a “camisa de once varas”, porque el diario vivir en el entorno de quienes usan sus curules con la exclusiva idea de hacer negocios turbios o de representar interese espurios, complica cualquier labor de fiscalización interna, tan evadida desde siempre por la mayoría de congresistas. Ojalá cumplan con lo ofrecido. Y ojalá otros diputados se les unan pronto, porque mientras más se sumen a esta plataforma de transparencia, menos peligro correrán quienes se atrevan a señalar a los mafiosos que no ceden en su truculenta avidez por mancharlo todo.

“Vuelve a quedar claro que a los políticos les encanta “vernos la cara”. Y que no les importa seguir adelante con sus tropelías, porque cinismo les sobra”.

El “pacto de corruptos” terminó de desnudar a una clase política, cuya piel ha sido andrajosa desde hace mucho tiempo. Esos mismos andrajos que cada cuatro años se suben a una tarima a engañar sin misericordia a los desposeídos. Esos mismos andrajos que adentro portan le peor lepra moral.

No es pedir demasiado que ninguno de los que se prestaron para las bajezas de septiembre (y de antes y de después) pretenda dirigir el Congreso. Es lo mínimo. Pero como suele ocurrir por estos lares de podredumbre tropical, algún malabarismo estará ya cocinándose bajo la mesa para mantener incólume la orgía. Veremos si se salen con la suya. Veremos si se animan a retar al verdadero soberano.

Es urgente multiplicar voluntades como las de Totonicapán. Y también las de todos aquellos que legítimamente protestan para impedir, con sus voces y su presencia, que nos sigan “viendo la cara”.  Solo así podremos vencer a la pobreza, a la injusticia y a la muerte. La consigna es clara: contra el ruin cinismo, incansable ciudadanía.

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