En días recientes he visto a muchos analistas políticos, escritores, columnistas de opinión y demás hierbas rasgarse las vestiduras y clamar al cielo por los bonos totalmente condenables que el Ejército de la República pagó, de forma incorrecta en mi parecer, a un presidente que se halla desde el primerísimo día de su mandato bajo asedio permanente por el complejo MP-CICIG-embajadas y la extrema izquierda organizada en una guerra política abierta contra toda la institucionalidad del Estado.
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Todo ello lo hacen para hacer con Guatemala su experimento particular y someter a la gran mayoría de los guatemaltecos, quienes no hemos votado por ellos, que no estamos de acuerdo con sus costumbres ni formas, que no hemos votado para que se nos transforme en cobayas de laboratorio por ningún extranjero o grupo de extranjeros insolentes. Además, la inmensa mayoría de guatemaltecos detestamos esa ideología fracasada en el mundo entero porque destruye la familia, destruye los Estados, coopta la autoridad pública con fines políticos espurios, destruye las empresas y la propiedad privada y, lo más grave e importante, ¡¡destruye la libertad individual!!
Sin embargo, estos mismos analistas políticos ven la ignominia que representa desde hace más o menos unos 12 a 15 años que nos endeudemos a un promedio de 10 a 12 mil millones de quetzales al año, y que esa danza de millones de deuda llegue ya a superar los 130 mil millones de quetzales de deuda estatal (interna y externa), sin contar, por supuesto, la deuda municipal y la del Estado al IGSS, y que por ella paguemos intereses anuales de más de 10 mil millones de quetzales.
Y que a nadie le importe, y que nadie proteste, y que aquí ¡todo está muy bien, muchas gracias! Eso es para mí una barbaridad tan enorme que me es difícil empezar a explicar en esta breve columna de opinión la verdadera catástrofe que este ritmo de endeudamiento público inmoral representa para todos los guatemaltecos, especialmente ¡los más pobres de entre todos nosotros!
¿Cómo es posible que nos endeudemos para pagar pactos colectivos corruptos? ¿Cómo es posible que esos pactos colectivos, que en su conjunto representan miles de miles de millones de quetzales, sigan siendo algunos de los principales rubros del gasto público? ¿A cambio de qué? ¿A cuenta de qué? ¿Cómo es posible que paguemos esas prebendas y privilegios hasta medievales de los sindicatos corruptos (por ejemplo, el heredar a parientes el cargo a la muerte o despido del trabajador como en la edad media europea) con más deuda y más deuda cada año y el próximo… y el próximo y el próximo…? ¿Qué calidad de servicios públicos recibimos los guatemaltecos a cambio de esta gigantesca deuda pública que crece como cáncer año con año y qué recibimos a cambio de eso? ¡Pésimos servicios públicos, más centralización, más corrupción, más sindicatos, más prebendas y privilegios, y más ignominia que todos, absolutamente todos, los guatemaltecos debemos pagar con nuestros impuestos!
¿Saben cómo lo justifican? Y llevo más de 20 años de oír y recibir la misma respuesta del Icefi, de los mercantilistas, de los “think tanks” de todos los colores y sabores, de los banqueros mercantilistas locales y externos que compran con avidez las emisiones completas de la deuda guatemalteca interna y en el extranjero año con año (¡¿y cómo no, si pagan 8%, 9% y hasta el 10% en dólares estadounidenses a 10, 15 y 20 años plazo, jugosísimo negocio?!), y demás estatistas, keynesianos, economistas “mainstream” y demás expertos: “¡No hay ningún problema! La deuda guatemalteca es de las más bajas del continente”, “Guatemala siempre ha pagado su deuda” y demás coloridas respuestas.
¿Ese grosero endeudamiento público representa que cada guatemalteco de la PEA, al nacer, lo hace debiéndole al Estado y a esos millonarios mercantilistas miembros de una banca local e internacional que se regodean con miles de millones de dólares de esa deuda que todos los guatemaltecos pagamos, cientos de miles de quetzales por persona que nace para recibir nada a cambio o los peores servicios públicos del continente?
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¿Saben cuánto? ¡Más de 10 mil millones de quetzales al año solo de intereses! Eso es más que lo que nos gastamos en el Ejército, en Gobernación, en salud pública o en el IGSS en un año, ¿y qué recibimos a cambio de semejante transferencia inmoral de riqueza de los guatemaltecos más pobres a los más millonarios mercantilistas que mantienen esta ignominia de endeudamiento público bueno para nada? Pues eso, absolutamente nada; a cambio solo recibimos burocracia, endeudamiento perpetuo, un Estado y una burocracia abusiva y corrupta que entorpecen la vida diaria del guatemalteco y que no le otorga servicios públicos básicos, ya no digamos carreteras, seguridad o un clima de negocios medianamente estable y/o un estado de derecho medianamente aceptable.
Si se cumpliera con esto dejaría al guatemalteco en paz y tranquilo para poder crecer y generar riqueza pacíficamente y desarrollarse, no de la mano de un Estado corrupto y tomado por mercantilistas, embajadas burócratas y “oenegeros”, sino de un estado de derecho mínimo con un presupuesto balanceado que respete al pagador de impuestos, al ciudadano guatemalteco al que ese burócrata y político corrupto o abusivo le debería besar los pies todos los días, pues es del fruto de su trabajo y esfuerzo que el burócrata y el político y ese millonario mercantilista pueden llevarse pan caliente a su mesa. ¡Ya no más, guatemaltecos! ¡Ya basta! #RecuperemosGuatemala ¡Libertad, libertad, libertad! ¡Y nada más podrá satisfacernos que ser libres!