Una ventana de oportunidad para aprobar la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos -LEPP- se abrió en el horizonte político. Esta ventana estará abierta poco tiempo y necesitamos, si queremos implementar los cambios en el proceso electoral del 2019, aprobarla este año, para tener el tiempo suficiente de adaptación institucional a la nueva normativa.
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La clave de este proceso electoral es saber muy bien a dónde debe apuntar la reforma. Es decir, identificar los aspectos torales y fundamentales que nos permitirán provocar los cambios que necesitamos, para mejora la representación y legitimidad del sistema político. La discusión no es fácil principalmente porque hay muchos actores que desean una reforma amplia, que abarque muchas dimensiones del sistema, y al contrario, lo que necesitamos es una reforma puntual y acotada.
La reforma electoral debe, si lo pongo en dos platos, facilitar la participación política partidaria, ampliar la competencia electoral y mejorar la representatividad de los votantes. El interés por impulsar reformas en este sentido es promover una renovación política partidaria. Estos factores ayudarán a solucionar la crisis de representación y legitimidad que enfrenta el sistema político.
Estos objetivos los alcanzamos al reducir las barreras de inscripción y creación de partidos políticos, permitir que la nominación de candidatos a nivel municipal y departamental sea en donde los partidos políticos cuenten con organización propia para reforzar la vinculación de los votantes con los candidatos. Y erradicar la venta de candidaturas que muchos partidos tiene cuando postulan candidatos en donde no tienen organización partidaria, ya que en esos municipios y departamentos los candidatos son postulados por la dirigencia nacional.
Estos cambios se fortalecen con medidas de democracia interna que fortalezcan al afiliado. Hay que darle poder a los afiliados en los partidos y que dejen de ser un número más en las estructuras partidarias. Necesitamos partidos democráticos, en donde las decisiones, por ejemplo, de quién es el candidato, sean producto de procesos participativos. Y no como ahora, que las asambleas son requisitos que los partidos cumplen para tener su organización vigente y los afiliados que participan en ellas llegan a “validar” las decisiones de las cúpulas partidarias.
Por otro lado, hay una fuerte demanda para permitir que los electores elijan de forma directa a los candidatos, evitando listados cerrados. Así como formando sub distritos en aquellos distritos electorales que elijan a muchos diputados. La idea con este cambio es lograr, que el voto sea directo al candidato y que exista un mayor acercamiento entre los votantes y sus representantes.
Las listas abiertas generan condiciones para que los ciudadanos puedan “elegir” y participar de manera más directa en la selección de los diputados. Las listas bloqueadas y cerradas, que tenemos en la actualidad, no permiten que el ciudadano elija, sino que el votante vota por la lista que definió el partido, o mejor dicho, los dirigentes partidarios.
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Indudablemente, estos cambios aparejados de un fortalecimiento del Tribunal Supremo Electoral -TSE- para que pueda con mayor capacidad ejercer su rol rector en el sistema electoral y de partidos políticos, en los aspectos de control y fiscalización de los recursos partidarios, como en otras dimensiones importantes
Estos cambios mínimos y acotados, pero con una precisión quirúrgica, son condiciones necesarias para impulsar un profundo cambio en el sistema político del país. El debate está abierto. ¿Hacia dónde debe apuntar la reforma a la LEPP? ¿Qué opina usted?
* Publinews es ajeno a las opiniones vertidas en este espacio.