Las películas pueden dejarnos grandes lecciones de vida, lecciones tan grandes que logran hacernos reflexionar sobre quiénes somos y qué hacemos en esta vida.
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Podríamos pasar horas hablando de las distintas moralejas que deja cada película, y aprovechando que las tardes de lluvia son ideales para ver una buena cinta comiendo poporopos, me dispuse a ver uno de mis filmes favoritos para comprender a fondo el verdadero mensaje que deja.
La trama trata de dos hombres de la tercera edad con realidades muy distintas. Carter es mecánico con una mente privilegiada, que debido a la presión de convertirse en padre termina dejando la universidad para mantener a su familia.
Edward es un millonario que toda su vida se ha dedicado a hacer dinero y a gastarlo en una vida llena de lujos y placeres. Dos hombres de realidades muy distintas, pero con algo en común.
Ambos tienen una enfermedad terminal, y están internados en el mismo cuarto de hospital. Dos completos extraños acaban siendo grandes amigos, cuidándose y apoyándose en los peores momentos de la enfermedad.
Un día, Carter comienza a escribir una lista de todas las cosas que no ha hecho y que quisiera hacer antes de morir. En ese momento es cuando les dan el diagnóstico final a ambos: les quedan 6 meses de vida. Carter arruga la lista de deseos y la tira al suelo.
Cuando Edward ve la lista, comienza a completarla con sus últimos deseos, y convence a Carter que, aprovechando su dinero, emprendan una aventura para cumplir cada uno de los ítems de la lista. Es así como llegan a tirarse en paracaídas, manejar un auto de carreras, ir de safari a África, y hasta ver las pirámides de Egipto.
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Cuando regresan del viaje, Carter cae enfermo y Edward lo visita en el hospital. Antes de irse a su operación, le da a su amigo la hoja con la lista de deseos. En la hoja todavía quedaban muchos ítems sin tachar, por lo que le pide que la complete y que busque su propia felicidad.
En el funeral de Carter, su amigo le agradece por haberle regresado la vida, por haberle dado un sentido, y por demostrarle el valor de la amistad.
La película en cuestión es “The Bucket List” (“Antes de partir”, en español), la cual tiene muchos y bellos mensajes. Quisiera recalcar que antes de emprender su aventura, ambos estaban sumidos en la rutina y en una vida sin significado.
En el momento en que deciden cumplir cada uno de los deseos de la lista, la jovialidad y la alegría vuelven a sus vidas. Vuelven a sentirse como dos jóvenes con mucho por hacer, con metas y deseos específicos que cumplir.
En mi opinión, ese es justamente el efecto de saber qué es lo que queremos vivir en nuestra vida, y no vivir el día a día sin importar lo que depare el mañana.
Cuando tienes claro el destino, es más fácil levantarse en las mañanas enfocado en lo que quieres alcanzar y en la satisfacción que sentirás en el momento en que lo hayas logrado.
Tener un propósito, una meta, un objetivo o un sueño es lo que nos da la fuerza para olvidar la enfermedad y seguir luchando contra los obstáculos y las adversidades. Es lo que nos da la motivación de vivir, de vivir una vida con sentido, una vida con significado, una vida con propósito.
Y tú, ¿ya tienes tu lista? ¡Hazla! Sueña en grande, y vive cada día con la convicción de que si tienes claro lo que quieres, el día en que tus deseos se cumplan, ¡llegará!