Hace una semana pasaba por la 14 calle y 6a. avenida de la zona 10 y me impresionaron los árboles de jacarandas con flor. Me hizo reflexionar lo que pasamos hace dos años en nuestra “primavera democrática”. Sentí de nuevo el entusiasmo y la energía que nos impulsaban ir a la plaza, nuestra determinación por exigir justicia, la aclamación de que se fueran los corruptos e iniciar a pensar en una nueva era para Guatemala, con ciudadanos desarrollados y en paz.
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Participo en varios grupos de discusión. Muchas personas están afligidas de que el país no avance y que la situación está empeorando. Luego de una cultura donde la mayoría del sector público se movía por estímulos corruptos, cambiar súbitamente a una cultura de legalidad es complejo. La normativa del país no fue diseñada para facilitar procesos, tiene grandes lagunas, no es coherente, es abierta a infinidad de interpretaciones –por lo que no es clara ni pareja para todos. Definitivamente deben rediseñarse varias leyes, sistemas y procesos, pero la pregunta que siempre surge quiénes harán esta trasformación institucional y con qué visión se hará.
Luego de un cuestionable lunes de descanso para los empleados públicos, seguido de la celebración del día de la Virgen de la Asunción, el miércoles fuimos recibidos con profunda tristeza. Quedamos devastados por la masacre en el Hospital Roosevelt, hecho que generó luto, pánico e impotencia en todo el país y de gran impacto internacional.
Por si fuera poco, y casi de forma inadvertida, el mismo miércoles, los capitalinos amanecimos sin árboles en el bulevar Juan Pablo II, zona 13 de la ciudad. Alrededor de 50 árboles de jacaranda fueron talados ilegalmente con hachas y machetes en la madrugada de dicho día, en los arriates del mirador del Aeropuerto Internacional La Aurora. Expertos señalan que los árboles tenían varios años de estar sembrados y que tenían una función tanto ambiental como de ornato. Según informó la Municipalidad de Guatemala, no es la primera vez que esto sucede, pues ya se han dado casos similares en el Centro Histórico y el bulevar Liberación.
Indignante y desafiante. Se apresaron a los nueve taladores de árboles, quienes comentaron que eran originarios de Villa Nueva y que fueron contratados por Q.100 cada uno por hacer el trabajo. Detrás de ellos se ha señalado que los árboles fueron mandados a cortar por una empresa de vallas publicitarias porque dificultaban la visibilidad de sus anuncios. Los hombres, solo recibieron una sanción escrita y en caso de reincidencia, la sanción sería más severa. Sin embargo, todos estamos en espera se revele el autor intelectual del hecho.
Que un particular destruya o invada bienes públicos para su provecho personal, es un abuso de derecho y un delito. Es el momento de revisar a fondo la normativa relativa a rótulos y vallas publicitarias del país, pues su legislación es aberrante. Indiscutiblemente su carácter tan relajado pareciera obedecer a transes del pasado de algunos políticos. Creo firmemente en la empresarialidad, pero no en las prácticas arbitrarias. Otros países han logrado regular con éxito los anuncios publicitarios tanto en las ciudades como en las carreteras, de forma que no obstruyan la visión, contaminen el ambiente y muy especialmente pongan en riesgo la vida y la seguridad de las personas. ¿Cree usted debiera de restringirse características y lugares donde se coloquen rótulos publicitarios? ¿Qué cambios requiere la normativa? ¿Cómo recuperamos nuestras jacarandas?