Opinión

Escenas de terror

“La solución a los problemas del sistema penitenciario no pasa por construir nuevas cárceles, debe ser una acción, pero no la única. Tampoco se encuentra en la mágica y desquiciada propuesta de aplicar la pena de muerte”.

El salvaje, desalmado y horrendo ataque que perpetró un grupo de mareros para rescatar a un reo, a quien le estaban practicando unos exámenes de sangre en el Hospital Roosevelt, enlutó al país y a las familias de las siete desafortunadas víctimas que perdieron la vida a manos de estos criminales.

Este acto desnuda la fragilidad institucional, especialmente el estado raquítico y precario en el que se encuentra el sistema penitenciario. Este tipo de ataques no son nuevos. Si bien, el que ocurrió esta semana impactó profundamente, en otras ocasiones, se han registrado ataques con granadas en hospitales nacionales y tiroteos a plena luz del día en congestionadas arterias de la ciudad.

El sistema penitenciario queda al final del día como una de las áreas en las cuales el Estado perdió el control. Evidenciando su incapacidad al ver que a estas alturas no se han podido implementar acciones contundentes para solucionar los problemas del sistema, que están en medio de una telaraña que une intereses del crimen organizado, expresado de diversas maneras.

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La postura y reacción de las autoridades fue bastante tibia y desafortunada. No asumieron la responsabilidad ni plantearon una ruta crítica para cambiar la situación. Al contrario, utilizando un trillado argumento el gobierno indicó que la “seguridad es responsabilidad de todos”. Esta posición no permite reconocer que tenemos un sistema penitenciario colapsado, y que la responsabilidad para reconstruir el sistema, a través de un nuevo modelo, es del Gobierno de Guatemala.

“El sistema penitenciario queda al final del día como una de las áreas en las cuales el Estado perdió el control. Evidenciando su incapacidad al ver que a estas alturas no han podido implementar acciones contundentes”.

Es necesario hacer una profunda investigación para deducir las responsabilidades pertinentes, y no presentar excusas, ni tratar de cubrirse las espaldas con argumentos débiles. Estamos hablando de una crisis del sistema penitenciario que ha tenido diversos focos en los cuales se ha evidenciado la precariedad de la institucionalidad.

Partamos de cuestionar algunos aspectos. Si el reo que fue “rescatado” era de alta peligrosidad, ¿por qué el sistema penitenciario no consideró las medidas de seguridad pertinentes para resguardarlo y evitar el atentado? La recurrencia de estos casos, simplemente dibujan escenarios altamente riesgosos y condiciones favorables para que estos “rescates” se den en cualquier parte y a cualquier hora.

La solución a los problemas del sistema penitenciario no pasa por construir nuevas cárceles, debe ser una acción, pero no la única. Tampoco se encuentra en la “mágica y desquiciada” propuesta de aplicar la pena de muerte. Eso no va a erradicar la violencia ni mejorará la situación en el sistema penitenciario. ¡Por favor! Necesitamos una discusión responsable y de altura en la que los diversos liderazgos políticos e institucionales establezcan e implementen una ruta de solución a estos problemas.

Por otro lado, la sociedad no puede quedarse de brazos cruzados y dejar que estas jornadas sangrientas nos atemoricen y paralicen. Al contrario, debemos mostrar un rechazo y un repudio enérgico desde diversos sectores para exigir a las autoridades un plan de acción realista y pertinente. Ya no más escenas de terror en Guatemala. ¿Qué opina usted?

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