Opinión

Los gorilas de la selva son inocentes

“Debe ser muy molesto para él que Thelma Aldana haya metido a la cárcel a sus dos familiares tan cercanos”.

El telón de fondo es el gran sismo del pasado miércoles. Muy fuerte, pero pudo ser peor. Las turbulencias políticas son similares: terribles, aunque podrían complicarse con creces. Hace varios días que nadie en el Ejecutivo da razón de por qué se emitió un comunicado en las redes sociales del Gobierno, y después se retiró sin decir “agua va”. Y como nadie explica nada, uno asume lo obvio. Aunque ahora se diga lo contrario, el presidente decidió no incluir a la Fiscal General en la delegación para tratar el tema de seguridad en la cumbre de Miami. Grave error. Pero más grave aún declararle la guerra por medio de un fallido boletín de prensa, el cual fue inmediatamente aclamado y difundido por quienes detestan a la titular del Ministerio Público, aduciendo el brillante argumento de que es comunista y que pretende dar un Golpe de Estado. Me cuesta entender que haya gente que respalde semejante disparate. Sobre todo, si el presidente Jimmy Morales llegara a perder su inmunidad por causa justificada. Y tal cosa podría ocurrir, por ejemplo, si se demuestra que existen suficientes indicios de que en el caso Botín Registro de la Propiedad, él estaba al tanto de la jugada que las autoridades le achacan a su hijo y a su hermano. Durante la entrevista con Jorge Ramos, la franqueza de Morales, rayana en cinismo, lo puso en verdaderos aprietos: por lo que dijo, las maniobras para armar simulaciones eran antes el pan diario aquí. Lo cual es lamentablemente cierto. Y, aunque recalcó que sus parientes no se beneficiaron económicamente del “favor”, Ramos fue categórico y lapidario en la repregunta: ¿Acaso no vivía con él su hijo en 2013, y no era su hermano con quien hacía programas en aquel tiempo? Se ve harto complicado que el actual presidente no haya estado en el ajo de esas canastas. Pero eso será harina de un futuro costal si es que algún día llega a haber pruebas de ello.

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En cuanto a la solicitud de antejuicio por la tragedia del “Hogar Seguro”, veo difícil que Morales salga imputado. En todo caso, son sus palabras las que lo hunden; la insostenible insistencia de criminalizar a las menores víctimas del incendio.

Nadie cuerdo le pide al mandatario que pase a la historia como un gran estadista. Cualquiera con dos dedos de visión sabía que esa no debía de ser su apuesta. Lo que le tocaba era ser consecuente con su lema de campaña y con lo que la población exigió en la plaza. Es decir, abstenerse de robar y de ser corrupto, y especialmente liderar un movimiento ético que le diera vigor a los cambios iniciados en 2015. Sin embargo, desde que aceptó la conformación de una bancada en el Congreso integrada por tránsfugas, sus cartas estaban echadas.

Debe ser muy molesto para él que Thelma Aldana, como Fiscal General, haya metido a la cárcel a sus dos familiares cercanos. Eso es humanamente entendible, mas no aceptable desde su posición como representante de la unidad nacional. Hasta ahora, lo había hecho bastante bien.

En esta coyuntura, lo adecuado para su imagen es destituir al responsable de ese comunicado sin sustento y procurar rodearse de gente que lo asesore de manera competente en los temas estratégicos. Adentro de su gabinete hay profesionales con lucidez e inteligencia suficientes como para orientarlo. El caso evidente es Julio Héctor Estrada.

No dudo de que abunden los que se regocijen con la idea de ver salir a Morales de Casa Presidencial antes de tiempo. No me cuento entre ellos. También habrá otros que suspiren por vislumbrar en eso “su oportunidad” y que, por tal motivo, le planten trampas con infiltrados o con acciones desestabilizadoras. Hay de todo en este variopinto de intereses espurios. Y ojo: el “escenario ecuatoriano” de constantes cambios de presidente traería consigo una inestabilidad tan peligrosa que bien podría llevarnos al “río revuelto” de los depredadores, que no pescadores, de siempre. Y llegar hasta semejantes extremos nos haría perder a todos. Por ello, nada le cuesta a Jimmy Morales evitar ser él, con sus actos y sus declaraciones, el más efectivo conspirador contra sí mismo. Y aclaro: si con intrigas y suciedades pretendieran sacarlo del poder, yo sería de los primeros en defenderlo. No porque me inspire ni porque lo considere un líder capaz. Lo defendería por el respeto a nuestra aún incipiente democracia. Lo defendería por su legítimo triunfo en las urnas. Lo defendería por el decoro minino de un ciudadano que confía en la consolidación de las instituciones. Repito: ha de sobrar gente que sueña con defenestrarlo para generarse “su oportunidad”. Pero ni de chiste veo a Thelma Aldana en esas. Si a ella le interesa la primera magistratura del país, seguro querrá alcanzarla respaldada por el voto popular, y no por gorilas golpistas. Y a esos gorilas golpistas, seguro que no les entusiasma Thelma Aldana como presidenta. Gorilas, digo, vengan de donde vengan. Por cierto, pido perdón a los gorilas por la comparación. Los gorilas son mucho más civilizados que los que ven “micos aparejados” hasta en la sopa, y que con sus arrebatos nos están orillando a elegir en 2019, ya sea a un Trump o a un Maduro, versión local. La impunidad acarrea esos riesgos. Y también los trae no asumir la historia.

Si logran armarle caso, que caiga Sandra Torres. Que caigan los exguerrilleros que incurrieron en crímenes horrendos. Que caiga cualquiera que le haya robado al pueblo, o que lo haya ultrajado. No queremos justicia selectiva. Pero tampoco podemos tolerar tanta insensatez, como esa de inventarse paranoias basadas en exagerar y exacerbar el miedo al comunismo. Eso, en realidad, es un fabuloso negocio. Guatemala no necesita del socialismo del siglo XXI ni de fascismos modelo 2017. Guatemala urge de una democracia sana, con líderes visionarios capaces de construir futuro. ¿Permitirá la ciudadanía el “gran sismo” político? ¿Podrá el presidente Morales aprovechar todavía su episodio histórico? ¿Nos volveremos la sociedad de los cabildeos más onerosos (e inútiles) de la región? ¿Ganarán la partida los gorilas? Pido perdón de nuevo. En este caos maléficamente provocado, los gorilas de la selva son inocentes.

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