La aprobación de la reforma constitucional va caminando muy lento. No me sorprende. Es natural que los actores y los grupos que tienen ventajas y beneficios del sistema que impera se resistan al cambio. No están dispuestos a ceder un centímetro de las cuotas de poder que manejan.
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La propuesta de reforma busca cambiar la forma de elección de los jueces, dado que este mecanismo se ha corrompido y promueve pactos de impunidad entre políticos y estructuras que tienen cooptado del sistema judicial.
No nos perdamos en la discusión sin norte, estéril y polarizada, tampoco dejemos ir una oportunidad para mejorar el funcionamiento de la justicia. Por ello, los cambios buscan generar condiciones para fomentar el desarrollo profesional y la independencia. Eliminar esas prácticas en donde los jueces deben favores y tienen compromisos.
En este sentido, uno de los aspectos más importantes de la carrera profesional es la evaluación de desempeño. Esta permite identificar al juez con temple, carácter y, en gran medida, con una fuerte convicción de principios y valores; que domine los conocimientos técnico-jurídicos con la experiencia comprobada de una vida respetable y virtuosa en todos los ámbitos de su existencia.
La promoción de la carrera judicial, y un mecanismo de evaluación que permita identificar y premiar la labor de los jueces, en el ejercicio de la judicatura es fundamental para una justicia pronta y cumplida. Garantiza que la persona que conoce los casos tenga capacidades y habilidades que le permitan ser objetivo en la solución de los problemas que se le presentan.
Por ello, los esfuerzos deben estar orientados a promover un sistema que produzca jueces independientes que actúen imparcialmente y no bajo componendas. Los amigos abogados hablan del principio de “ingratitud”, que traducido al buen chapín es: que no le deban nada a nadie.
El desafío está en una carrera judicial con cinco elementos, que tienen una fuerte relación entre sí, y que aseguran su efectividad. Si falta o falla uno de los aspectos, el sistema no alcanza sus resultados. El primero son los mecanismos de ingreso y permanencia, el segundo está relacionado con el ascenso o la promoción y el traslado, el tercero con la formación o capacitación, el cuarto con la evaluación del desempeño permanente, y por último, un régimen de responsabilidad y control disciplinario.
Necesitamos que los jueces sean capaces, honestos y eficientes, pero para ello hay que configurar un modelo institucional que genere incentivos correctos para que cumplan plenamente con su función. Esto por el bien de la democracia, el fin de la impunidad y la corrupción, y el fortalecimiento de la independencia e imparcialidad judicial. ¿Qué opina usted?
“La aprobación de la reforma constitucional va caminando muy lento. No me sorprende. Es natural que los actores y grupos que tienen ventajas y beneficios del sistema que impera se resistan al cambio”.
“La promoción de la carrera judicial, y un mecanismo de evaluación que permita identificar y premiar la labor de los jueces, en el ejercicio de la judicatura es fundamental para una justicia pronta y cumplida”.