Estamos de luto. Terrible la tragedia de la muerte de las jovencitas del Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Posiblemente duele tanto porque desnudó una realidad que siempre estuvo allí, pero no la queríamos ver.
PUBLICIDAD
Un hogar tiene como objetivo ser un lugar seguro para vivir. Sin embargo, esta institución estaba muy lejos de ser un lugar para estar y mucho menos seguro. Se realizaron una serie de advertencias respecto de la sobrepoblación del mismo, abusos internos, escape masivos de niños y jóvenes, malos tratos y problemas administrativos, pero se convirtió en prioridad hasta el miércoles 8 luego del incendio en uno de los módulos que ha provocado la muerte y quemaduras de varias adolescentes.
Una amiga me contó que en el año 2014, con un grupo de alumnas, visitaron este Hogar para apoyar. La situación era compleja. La población del centro era variada. Habían niñas retiradas de sus hogares por violencia intrafamiliar, otras que eran rebeldes; también se encontraban patojas que ya habían delinquido y varias adictas. Trabajaron con más de cien jovencitas, separadas en grupos para trabajar el tema de valores. Se notaba que habían niñas que causaban bullying y muchas de ellas eran buleadas. Algunas de las que más molestaban amenazaban hasta de muerte a las otras. Varias no se animaban a hablar y lloraban. Desde esta experiencia se notaba que había abuso entre internas. Fue difícil trabajar con algunas de ellas, ya que se reían y se burlaban de la metodología. Una de ellas comentó que ese lugar era el infierno, que allí se había pervertido y había perdido toda esperanza. Varias solicitaron sacarlas de “esa cárcel”, pidieron alimento y artículos de limpieza y sorprendió que muchas tenían rústicos tatuajes a cortada limpia.
Difícil lidiar con adolescentes, peor en el siglo XXI. Conozco padres muy preparados que les ha costado educar y orientar a sus hijos, no digamos tener a cargo más de 500 jóvenes. Es de pensar el sistema a montar para lograr realmente una niñez y adolescencia sanas. Qué mejor un hijo que con sus padres. Sin embargo, aunque no queramos aceptarlo hay un grave problema alrededor de la población joven. Mucha violencia intrafamiliar, poca disciplina, lo que provoca rebeldía, dolor y odio. También hay abuso de alcohol y drogas. Se han perdido valores como el respeto, la responsabilidad, la compasión y la solidaridad.
Recuerdo cuando diseñamos el programa de Jóvenes por la Paz hace algunos años, trabajamos un proyecto piloto para hacer el currículo. Luego de recorrer varios centros educativos, la facilitadora comentó que estaba muy preocupada porque había descubierto que la mayoría de los adolescentes guatemaltecos estaban llenos de tristeza y zozobra. De hecho, se introdujo una parte en el currículo para que los jóvenes pudieran sacar sus miedos, temores y sufrimiento, para luego poder diseñar un sueño a futuro y lograr trabajar con alegría y energía su proyecto personal. Contemplé muchas lágrimas y lamentos por falta de amor. Pude presenciar una juventud amargada y cansada, con el corazón abierto buscando aliento y ayuda para salir adelante. Notamos que muchos padres se habían alejado de sus hijos, más de la mitad tenía tan solo uno de la pareja cerca y en varios casos las abuelas o los tíos habían criado a los jóvenes.
Compleja situación. Por el momento deberá de manejarse esta crisis en forma inteligente, hacer las investigaciones y luego deducir las responsabilidades de lo que sucedió. Definitivamente hubo negligencia de varias instituciones y lastimosamente no se hicieron las acciones que se propusieron en el camino. Las marchas y la presencia de los jóvenes ha revivido la plaza solicitando justicia y esclarecimiento de los hechos. #FueElEstado aclaman, lo cual tiene sentido porque el Estado no sólo son sus instituciones sino su población y en este asunto todos tenemos algo de culpa, aunque no se debe de eximir de culpabilidad a los que manejaron y manejan la institución. Lamentablemente no ha habido un funcionario público que haya tenido la capacidad de comunicarse con los ciudadanos y plantear una hoja de ruta para avanzar.
Adicionalmente deberá estudiarse todo el sistema de protección social del país y tomar medidas concretas para que no se den atropellos a todo nivel y prevenir tragedias de este tipo a futuro. Tenemos que hacer una reflexión profunda de nuestro comportamiento en lo individual, familiar y comunitario. Si queremos un mejor futuro para Guatemala debemos contar con niños y jóvenes que no sean abusados, que tengan oportunidad de nutrirse, educarse, soñar y lograr sus sueños. ¿Qué sentimiento le provoca esta tragedia? ¿Cómo ha manejado el Presidente la situación? ¿Qué acciones esperaría para esta semana ante la crisis?