En la discusión han aflorado “viejos rencores, miedos y pasiones” que nublan la discusión y erosionan significativamente las posibilidades de alcanzar acuerdos y aprobar la reforma constitucional.
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La polarización impide que en el debate se construyan puentes de entendimiento que acerquen a las posiciones extremas, qué en este momento parecen irreconciliables, y de esa manera se viabilice la aprobación de la reforma.
En las discusiones los miedos y la desconfianza han generado problemas de interlocución entre los actores y los sectores interesados en discutir la reforma en justicia. Lamento que esa interacción se esté dando con una insana carga de dogmas ideológicos, llena de muchos prejuicios, que terminan minando las posibilidades de diálogo y acuerdos.
Estoy preocupado por los altos niveles de polarización e intolerancia que se han manifestado en expresiones, acusaciones y agresiones, tanto de un extremo como del otro. Preocupa porque este tipo de reacción no es exclusivo del actual proceso de discusión de reforma constitucional, al contrario, ha sido recurrente en otros espacios y para discutir otros temas.
No podemos continuar relacionándonos de esta manera. Necesitamos construir espacios de encuentro y conocimiento, o reconocimiento, para identificar las vías, los caminos y las soluciones a los problemas que enfrentamos en el país.
La situación que estamos viviendo muestra una crisis de liderazgo de las élites en todas las esferas de la sociedad.
Para cambiar esta situación se requiere de actores dispuestos a ejercer un liderazgo democrático y representativo con voluntad para alcanzar acuerdos. Necesitamos construir puentes de encuentro y entendimiento. No empantanarnos en discusiones eternas en donde nadie escucha y priman las posiciones extremas e irreconciliables. Ya que mientras esas improductivas discusiones se den, vamos a perder no solo la oportunidad de transformar el sistema de justicia, sino además en el futuro otras oportunidades.
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La crisis de liderazgo en las élites abre una ventana de posibilidad para que actores emergentes, incluso aquellos que vienen de las manifestaciones de 2015, asuman un rol más protagónico en la discusión de reforma constitucional.
La crisis de liderazgo es un problema político que necesita una solución política: la renovación de cuadros. Hay que desplazar a los liderazgos empantanados en la guerra fría y que los nuevos actores retomen espacios institucionales, políticos y sociales con propuestas que ayuden a construir los puentes de entendimiento para la reforma constitucional y, luego, otras discusiones que están pendientes en la agenda de país. ¿Qué opina usted?
“Necesitamos construir espacios de encuentro y conocimiento o reconocimiento para identificar las vías, los caminos y las soluciones a los problemas que enfrentamos en el país”.