La reforma constitucional que pretende forzar un derecho paralelo indígena, totalmente inconstitucional y violatoria de la carta universal de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, que expresamente prohíbe hacer distinciones entre ciudadanos por razones de raza, credo, religión, origen étnico o estrato social, siguen su camino forzado y a rajatablas en el Congreso de la República.
PUBLICIDAD
Temas que destruirán la independencia judicial, dividirán el país en forma racial y en abierta violación al artículo 4 constitucional que ordena la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
El fin de la República de Guatemala, en la forma republicana de gobierno, y la masiva violación a los derechos y las garantías constitucionales del debido proceso el derecho de defensa a los ciudadanos indígenas y no indígenas que, de pasar la reforma constitucional, así como se presentó la iniciativa 5179 y las más de 60 enmiendas a los 25 artículos de la reforma.
Guatemala no puede ser una república y a la vez crear un “apartheid” guatemalteco que excluye en forma racial a los ciudadanos y crea docenas de sistemas políticos sin limitación de cuantía, materia, territorialidad de esa jurisdicción paralela indígena, y la creación de un consejo nacional de justicia que controlara a seis de los nueve magistrados de la nueva Corte de Constitucionalidad, con lo cual una entidad administrativa no electa ni sujeta al control del Congreso y la soberanía popular del voto usurpara la formación de la nueva Corte de Constitucionalidad y, con ello, el control total de todo el sistema, pues en el sistema guatemalteco quien controla dicha corte controla casi todo el sistema completo.
Luego de haber estudiado por meses este proyecto, la ilegal presentación de CICIG-MP-PDH ha logrado destruir el sistema republicano de pesos y contrapesos y la única salvación de la República será una masiva votación por el NO en la consulta popular.
Que no digan después que alguien más lo hizo, este tridente presentó un desastre de reforma y hacia el desastre es precisamente a donde nos llevará si no la derrotamos como ciudadanos responsables de su libertad.