“Hay una semilla de cambio, un rayo de esperanza, una ilusión de primavera; sin embargo, renovar un país implica un proceso de largo plazo. Cero tolerancia a la corrupción y a la impunidad”.
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Recientemente tuve la oportunidad de participar en el seminario: “De la crisis a las oportunidades: después de la Plaza”. Fue un honor compartir con personalidades como Jorge Ceballos, Luis Mack y Héctor Rosada. A continuación comparto algunas de las ideas planteadas y discutidas durante el evento.
Inicialmente analizamos los sucesos del año pasado comparándolos con eventos anteriores. Se concluyó que ha habido similares; sin embargo, este fue especial al haber sido pacífico. Un nuevo Comisionado con el apoyo de la comunidad internacional, en especial de Estados Unidos, fueron importantes para motivar un movimiento ciudadano. Definitivamente, las redes sociales jugaron un papel importante para comunicar y coordinar actores. Indignados, en forma colectiva, se protestaba en contra la corrupción, conquistando los espacios públicos. La entonación del himno nacional era emblemático. Difícil olvidar el “megaevento” del 27 de agosto, en el cual participaron muchos ciudadanos, hubo una alta divulgación en medios y redes, y aceptación de las demandas ciudadanas. Al final se logró el objetivo: Renovar al gobierno.
La corrupción en Guatemala existe desde hace muchos años; sin embargo, no se mencionaba como el problema más importante. Era muy difícil demandar y señalar a funcionarios en altos cargos. Muchos hechos deshonestos no se discutían en público, se manejaban “en silencio”, lo que generaba una gran ansiedad y frustración. El gobierno de Alfonso Portillo tuvo mucha crítica por la corrupción, en especial, fue señalado por los medios de comunicación. Difícil olvidar el jueves negro. Y a pesar de que el partido del FRG logró la inscripción del general Ríos Montt como candidato a presidente con el aval de la Corte de Constitucionalidad (CC), la población no lo eligió. Luego vino el gobierno del presidente Óscar Berger, el cual tuvo críticas por los megaproyectos. Fue difícil enderezar el barco con las redes de corrupción que quedaron incrustadas de la administración anterior. Luego el gobierno de Álvaro Colom enfrentó varias crisis; sin embargo, la muerte de Rodrigo Rosenberg aglomeró a una grupo de la población a organizarse y protestar. No era bien visto que la esposa del presidente fuera la coordinadora de los programas sociales del gobierno. Era obvio que deseaba ser candidata, pero en su momento la CC no la habilitó.
Vivimos en estado de anomia debido a que las reglas sociales se han degradado y no son respetadas por los integrantes de la sociedad. ¿Cómo lograr que lo formal “las leyes” sean compatibles con lo informal “costumbres y comportamiento” de la comunidad? No bastará con cambiar las leyes, debe transformarse la conducta de las personas. Se hacen leyes de mala calidad para solucionar problemas específicos de corto plazo, y luego quedan obsoletas. Esto da una sensación de constante crisis. Preocupa que nos estamos acomodando de nuevo. Las piezas del rompecabezas se están colocando; sin embargo, no tenemos clara la foto, razón por la que hay que vincular las piezas y construir juntos.
Cuando no hay igualdad ante la ley los de abajo ven con mayor desconfianza a los de arriba. “Todo está regulado, pero todo se puede”. Ser funcionario público honesto no rinde: Más responsabilidades, menos sueldo y mayores riesgos. El país demanda gobernantes con liderazgo, estadistas, pero no caudillos. El gran reto son los partidos políticos, que aunque estos cambian, siguen siendo los mismos políticos los que están en la arena. Actualmente, hay varios con procesos legales y cada vez hay menos confianza en ellos. De hecho una encuesta realizada el año pasado muestra que dos terceras partes de la población no tiene ninguna confianza en los partidos y 75% no confía en el Congreso donde están sus representantes.
Hay una semilla de cambio, un rayo de esperanza, una ilusión de primavera; sin embargo, renovar un país implica un proceso de largo plazo. Cero tolerancia a la corrupción y a la impunidad. Indispensable establecer prioridades como atacar la desnutrición crónica, diseñar un régimen de mérito y transformar el sistema político. Necesitamos la atmósfera correcta donde los pensamientos, sentimientos y percepciones converjan y produzcan acciones concretas para la transformación. Pasar de la protesta a la propuesta no es fácil, pero hará la diferencia. Requerimos un nuevo acuerdo para forjar la Guatemala próspera, desarrollada y en paz, donde se viva una eterna primavera. ¿Cómo lograr un nuevo acuerdo? ¿Qué hacemos para no perder la esperanza? ¿Qué acciones debemos tomar para que el país tenga un rumbo?