Reflexión “¡Que viva la libertad! ¡Que viva la república! ¡Que viva la Constitución! ¡Y que viva Colombia!”
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¡Han dado los colombianos, al igual que los ingleses no hace mucho, una enorme lección a los socialistas de escritorio de toda América Latina y del mundo!
Lograr una victoria contra el acuerdo político (que no era paz sino favorecer a un bando de criminales) entre el gobierno de Santos y las FARC con todo en contra: contra la propaganda del gobierno por el sí, contra el Departamento de Estado y la desastrosa administración de Obama, contra Noruega, contra Suecia, contra los Castro, contra la ONU y su inmoralidad de defender un acuerdo político para favorecer al cartel del narco más grande del mundo, como las FARC, eso sí es una enorme hazaña política.
Senadores, expresidentes, miles de víctimas de las FARC, en fin, más de seis millones y medio de colombianos dieron en las narices a otro oprobioso acuerdo político que inclusive permitía a semejantes terroristas secuestradores y asesinos acceder al poder político y no pagar con largas condenas de cárcel, sus miles de crímenes, ¡inclusive crímenes de guerra y de lesa humanidad!
Las FARC, la guerrilla marxista narcotraficante más grande y multimillonaria del mundo, llegó a más de cuatro mil secuestros, a reclutar cientos y cientos de niños para la guerra sucia contra todos los colombianos, a producir toneladas de cocaína y enviarlas a EE. UU. y al mundo entero, suplantando inclusive a los otrora poderosos carteles de Cali y Medellín, esa organización criminal no puede esperar ni simpatía ni clemencia del pueblo al que torturó por más de 30 años y a lo largo de más de 50 años de guerra.
Y hay que hacer ver al voto por el “no” como un no a la paz, que es un anhelo justo del pueblo colombiano, sino que fue un no al gobierno de rendición a la guerrilla de Santos y un repudio masivo a esa banda de criminales. Los colombianos tienen derecho a negociar una paz que castigue severamente a dicha gavilla, que le impida a su dirigencia quedar impune y ejercer el poder político y exigirles con sus miles de millones de dólares que paguen un resarcimiento a sus miles de víctimas.
¡Cuánto me alegro de que esos patriotas comandados por el expresidente Uribe y por tantos senadores hombres y mujeres brillantes y comprometidos con su patria y la libertad de su nación de las garras del socialismo cubano y venezolano triunfaran con casi todo el mundo en su contra! ¡Perdió la ONU, perdió El Vaticano, perdió la extrema izquierda continental, pero ganó Colombia, ganó su Constitución y su estado de Derecho, y ganó la lucha por liberarse de semejantes asesinos y hacerlos pagar por sus miles de crímenes!
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Nosotros aquí, en Guatemala, que en su momento también luchamos por el “no” a las reformas constitucionales fracasadas en el gobierno de Arzú y Stein, otro gobierno entreguista a la guerrilla asesina y secuestradora de la URNG, no podemos más que saludar al pueblo colombiano, a su ejército y a su policía, comprometidos con su pueblo y condenar a esa izquierda inmoral que, en lugar de condenar a las FARC, las justifica, las defiende y las trata de disculpar solo porque, como los asesinos que son, utilizan un discurso marxista para justificar sus miles de crímenes y el latrocinio, y destrucción, muerte y lipidia en la que han mantenido especialmente a las zonas más pobres y humildes en Colombia.
¡Que viva la libertad! ¡Que viva la república! ¡Que viva la Constitución! ¡Y que viva Colombia!