Opinión

Le pido a Dios que no haya disparos

“Vivo en Guatemala. Aquí por donde voy, le pido a Dios que no haya disparos”.

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Ir caminando por una calle abarrotada de gente. A plena luz del día. Rumbo al destino cotidiano. La jornada y su inercia; el segundero pertinaz e inexorable. Una motocicleta. Una ráfaga. Los gritos. El miedo se torna en pánico. Todos al suelo. El estupor paralizante de esa violencia que regresa sin haberse ido nunca. Estamos en la Sexta Avenida. Hay un muerto; varios heridos. Transeúntes no ligados con la refriega que han recibido balas en sus cuerpos. Lo caliente de la sangre se siente como braza de muerte. Ululan las sirenas. Se bajan las persianas. La muchedumbre aúlla. La cámara capta los episodios de una caída. Es una víctima. Hay tomas adicionales con otro perjudicado del azar. El hilo de sangre es ahora un charco. La motocicleta asesina es registrada por el camarógrafo. Vídeo viral. Es viernes por la mañana. (CHAT 1: ESPOSOS ABANDONADOS ¿Dónde nos juntaremos hoy?…En casa de Esteban…MEME: foto de varias botellas de vino formadas en una estantería destinada, según el cartel, al agua pura embotellada. JESUS ESTUVO AQUÍ, se lee…Jajajajajajaja…Pulgar aprobatorio…¿Quiénes se apuntan para llegar?…Hay ocho confirmados…Esteban aporta la comida…¿Botella por cabeza, entonces?…Hecho…) (CHAT 2: GERENTES Por fin llega el fin de semana, compañeros…Ufff, ¡que días tan duros y tan largos!…Estuvo intenso, es cierto…¿Nos reuniéremos hoy?….Yo, paso…Yo, también…¿Y eso?…Mucho cansancio…Todos a casita, entonces…Nos vemos el lunes…Feliz finde…Tres pulgares hacia arriba)

Arriban los cuerpos de socorro. El desconcierto reina con su nerviosísimo turbio. La sangre sigue allí. Los periodistas recogen datos. Celulares, micrófonos, libretas y cámaras documentan el desasosiego. Y la tragedia. Y las angustias. Entrevistas aquí y allá. Gente atemorizada que calla. Unos pocos que hablan desde el terror. Reportes impactantes. Allí, la PMT. Y la PNC. Llega el MP. Protocolos y pesquisas. Surgen las primeras versiones. Trasladan a los heridos. Alguien recuerda el abortado ataque en el San Juan de Dios y la joven embarazada, de 18 años, a quien detuvieron con una pistola. Apenas días antes. Otro más se remonta incluso al mes pasado y se refiere al horrendo episodio en el que, frente a un centro de diálisis, mataron a cuatro personas, precisamente un viernes por la mañana. Sí, un viernes. Horas después, a escasas cuadras del Paseo de la Sexta, ultiman a balazos a una mujer. Era del equipo de comunicación del Hospital General. La violencia que nunca se ha ido vuelve a regresar. Tendencia en Twitter. (CHAT 1: ESPOSOS ABANDONADOS /Sábado, 10:20 AM/¿Cómo amanecieron después de la fiesta de anoche? Yo estoy viendo doble…Emoticón de enfermo…La casa de Esteban quedó como zona de desastre…Ya empecé a limpiar. Pero me urge un caldito…¿Qué tal te caería una chela?…Emoticón de pichel de cerveza…Lo que diera yo por algo “para equilibrarme químicamente”…Pa’luego es tarde…) (CHAT 2: GERENTES /Sábado, 5:10 AM/Es terrible comunicarles esto: nuestro compañero Hanssel falleció anoche…Uff que dolorosa noticia; la vida se va en un segundo…Qué triste de verdad; era un tipazo…Lo lamento mucho; siempre fue tan optimista…Se nos va un gran hombre…Lo echaremos de menos. Era realmente luminoso…Un caballero…)

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DOMINGO POR LA NOCHE: Escribo esto en plena reflexión. Los médicos lo confirman: de los transeúntes que resultaron heridos, por lo menos uno sufrirá secuelas permanentes. “Las balas no tienen dedicatoria”, decía mi padre. Razón tenía. Nadie está libre en Guatemala de quedar en medio de un tiroteo. Sigo impresionado por el asesinato de la trabajadora del San Juan de Dios. Y me acongoja el alma perder, por muerte natural, a un compañero de trabajo tan valioso como Hanssel Menegazzo. Casi nada de este artículo es ficción. Prácticamente todo ocurrió en un abrir y cerrar de viernes. Del chat 1 jamás me di por enterado. Ni fui a la fiesta. Lo revisé por error. Hace mil años que no me veo con esos conocidos que se pasaron de tragos en el sarao “club de Toby” que, presumo, ha de ser semanal. No sé por qué sigo metido en el grupo. Del chat 2, no hace falta decirlo. Es el de mis compañeros de oficina. Y es un chat que hoy sigue de luto y adolorido. Nuestro Hanssel era realmente un excelso ser humano. Absolutamente lo contrario de esa violencia que es un látigo para nuestro país, y que sin haberse ido nunca siempre regresa. Me imagino caminando por una calle abarrotada de gente. A plena luz del día. Rumbo a mi destino cotidiano. De la mano con el inexorable y pertinaz segundero. Me abstengo de revisar mis chats. El celular lo llevo en el bolsillo derecho, lo más escondido posible.

 El miedo es parte de mí, aunque lo disimule con esta patológica máscara de la costumbre. Vivo en Guatemala. Aquí por donde voy, le pido a Dios que no haya disparos.

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