“Debe el gobierno entender que el empresario no es el enemigo, que el clima de negocios en un país es importantísimo para su desarrollo y crecimiento económico, y que el país va a mejorar siendo eficientes en el sector público y no expandiéndolo a costas de sindicatos y pactos colectivos corruptos”.
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Necesitamos una república institucional. Estamos luchando todas las fuerzas del país por construir una república de leyes y no de privilegios y sobornos o de mafias partidistas y mercantilista, que cada cuatro años quieran salir de multimillonarios con el esfuerzo y el sudor de todo el país y los pocos ilusos que aún pagamos impuestos.
Las instituciones no se logran de la noche a la mañana. Si no, miren nada más cuánto se ha luchado por mantener vigente la Constitución Política de la Republica en estos 30 años. Durante nuestros periodos de gobiernos constitucionalmente electos y que han llegado al poder con elecciones limpias y sin fraudes, hemos logrado construir una democracia representativa, pero no hemos logrado aún construir un sistema de justicia criminal eficiente y confiable.
Vemos casi a diario los múltiples defectos del sistema de justicia criminal, desde el desastre en presidios y la falta de mandos medios en la policía hasta la congestión de miles de miles de casos en los tribunales de justicia del país.
Allí debe estar la prioridad, primero debe salir adelante el tema de orden, seguridad y justicia criminal, para que la población pueda en las ciudades y en el interior del país, pacíficamente, comerciar, transitar y prosperar. Si el Estado no se concentra primero en la seguridad y justicia, todo lo demás es secundario, pues la corrupción se llevará cada año por robos, hurtos y fraudes cientos de millones de quetzales, y la hemorragia de dinero de la cosa pública jamás parará.
La fiscalía de delitos de corrupción del MP debe volverse la fiscalía más grande de todo el país, con sedes en los 22 departamentos y con una capacidad y personal suficientes para amedrentar a los cientos de ladrones del dinero de alcaldías, gobernaciones, ministerios, diputaciones, secretarias y direcciones generales en todo el país.
Debe existir un estado eficiente, un gobierno que base su legitimidad en el castigo y la persecución del corrupto y el criminal violento, especialmente del extorsionista que por ese delito nos roba a los ciudadanos honestos cientos de millones de quetzales al año, delito únicamente superado en magnitud por el latrocinio permanente del dinero de la cosa pública.
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Debe el gobierno entender que el empresario no es el enemigo, que el clima de negocios en un país es importantísimo para su desarrollo y crecimiento económico, y que el país va a mejorar siendo eficientes en el sector público y no expandiéndolo a costas de sindicatos y pactos colectivos corruptos.
Que se persiga al mercantilista corrupto que no paga sus impuestos o paga mordidas para adquirir contratos públicos, pero que se permita, se proteja a los miles de miles de empresarios formales y legales que legítima y puntualmente cumplen con la ley y pagan los miles de millones de quetzales en impuestos que los empresarios guatemaltecos y extranjeros ya pagan.
Señores del gobierno, recuerden que los dos partidos políticos que están por extinguirse, Líder y PP , desaparecieron precisamente por aprobar una reforma tributaria desastrosa, presupuestos irracionales de expansión del gasto público sin controles ni transparencia y por mantener el sistema de corrupción estatal que aún sigue en pie.
El pueblo tiene paciencia, pero los ciudadanos que son cientos de miles a los que van a afectar con un aumento de impuestos mal hecho, antitécnico y sin indicadores de austeridad, ni mejoras sustanciales en servicios públicos, poco les queda ya de paciencia para con un gobierno cada vez más errático, mas desprestigiado y sin rumbo como el que se perfila ya una vez más entre nosotros y nuestra realidad nacional. Aún es tiempo de que reflexionen, que den marcha atrás y se den cuenta de que una ciudadanía informada y empoderada ya no está dispuesta a seguir aguantando más desmanes y desfachatez.