Opinión

De la manifestación a la organización

“Estas acciones alimentan la esperanza de cambio en Guatemala. Alcanzar este cambio depende en gran medida de la capacidad que tengamos como sociedad para organizarnos y participar activamente en procesos de fiscalización”.

El 16 de abril de 2015 será recordado como una fecha políticamente importante para Guatemala. Nadie se imaginaba que los sucesos que acontecieron desde muy temprano iban a marcar la vida del país de la eterna “corrupción”. Ese día se “destapó” el caso “La Línea”.

Una red dedicada a la defraudación aduanera, dirigida en ese momento por Juan Carlos Monzón, exsecretario privado de la vicepresidenta Roxana Baldetti, que fue desarticulada tras una investigación de un año llevada a cabo por el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).

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La investigación avanzó, de la mano de una crisis política sin precedente, y ahora están enfrentando un proceso judicial   el ex presidente Otto Perez Molina y   la ex vicepresidenta Baldetti como cabezas de esta estructura. Monzón, que inicialmente fue señalado como la cabeza de esta red, como colaborador eficaz ha contribuido a armar el rompecabezas y aportar más medios de prueba. En esta columna me interesa conversar sobre las implicaciones políticas que tuvo la desarticulación de esta red, debido a que nadie se imaginaba lo que estaba por acontecer. Usted probablemente daba por sentado que Baldizón iba a ganar las elecciones presidenciales, y seguramente ni si quiera se imaginaba, o lograría dimensionar, lo que la indignación iba a provocar.

Una serie de manifestaciones continuas que llenaron el parque central, lo que ahora denominamos “la plaza”. Si usted el 14 de abril de 2015 a las 15:33 horas me hubiera preguntado: José Carlos, ¿cree usted que en Guatemala se van a organizar manifestaciones por más de 20 semanas consecutivas para manifestar en contra de la corrupción? Mi respuesta probablemente hubiera sido un rotundo no. Algo impensable e inimaginable.  

Sin embargo, todos fuimos testigos de estas jornadas cívicas, pacíficas, democráticas e históricas que llenaron de esperanza el corazón de muchos guatemaltecos que queremos un país distinto.

En los últimos días se ha desarrollado una discusión sobre si las manifestaciones se apagaron y quedaron en la historia o si, al contrario, fueron la tierra fértil para sembrar semillas de una ciudadanía más crítica, informada, activa e interesada en la política. Yo considero que afortunadamente sucedió lo segundo.

El sábado pasado varios colectivos, integrados principalmente por jóvenes, convocaron a una actividad para organizar la conmemoración del aniversario del #25A (eslogan que hacer referencia al 25 de abril de 2015, el día de la primera manifestación masiva del año pasado). El objetivo de esta actividad es rearticular los esfuerzos que varias organizaciones como Justicia Ya, CEUG, Semilla, SOMOS, entre otros, iniciaron el año pasado, y crear una plataforma para coordinar una estrategia con líneas de acción en común. Si bien, el año pasado no se logró una efectiva articulación y construcción de demandas y propuestas. Ahora es el momento para hacerlo. Dar un paso más y transitar de la manifestación a la organización.

Estas acciones alimentan la esperanza de cambio en Guatemala. Alcanzar este cambio depende en gran medida de la capacidad que tengamos como sociedad para organizarnos y participar activamente en procesos de fiscalización y rendición de cuentas, y por otro lado, de participar y revalorizar la acción política participando políticamente. Romper esos prejuicios históricos en contra de la política. Repensar y revalorizar los espacios públicos y el sentido de ser ciudadanos.

La democracia no se limita a manifestar y votar. Son acciones importantes pero no suficientes. La democracia se construye con un involucramiento permanente y constante de los ciudadanos. El futuro del país está en nuestras manos. No desaprovechemos la oportunidad para construir una Guatemala más justa, humana y solidaria. Hay muchos guatemaltecas y guatemaltecos que lo están haciendo. Y tienen muchas ganas de cambiar el país. ¿Está usted dispuesto a participar?  

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