Opinión

El debido proceso

“Es muy fácil permitir que nuestras pasiones personales o nuestros prejuicios o ideología parcialicen nuestra opinión lapidaria sobre un proceso o un acusado”.

Ningún sistema jurídico opera en el vacío. Necesariamente está inserto en medio de una sociedad e impacta en sus costumbres, tradiciones, moral, idiosincrasia, religión, sociología. Ningún juez puede, como era en la antigua China de los emperadores, juzgar de espaldas al acusado y detrás de una cortina de seda blanca, para no perder la objetividad, ni siquiera por los gestos del acusado o los testigos.

Sin embargo, existe toda una tradición occidental del debido proceso, que informa e influencia profundamente nuestra tradición jurídica y establece derechos constitucionales y procesales, que inclusive forman parte fundamental de los Derechos Humanos Universales. Ese derecho humano fundamental a un juicio justo, con debido proceso y garantías procesales, debe ser defendido a toda costa.

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Sin embargo, también, en nuestro mundo moderno, la presencia mediática es casi permanente y no se detiene, pues vivimos en presencia del ciclo de noticias permanente de 24 horas al día y 365 días al año. Las redes sociales han generalizado todavía más el impacto de la noticia en la opinión publica, y, lamentablemente, en las redes la calumnia y la injuria se hacen más sencillas de propagar, debido a la fácil posibilidad del anonimato y los perfiles falsos que permiten no solo monitorear todos los medios (todos los medios están en redes sociales, pues es una audiencia demasiado importante para subestimar, se calcula que en Guatemala hay mas de 350 mil cuentas de Twitter y más de tres millones de perfiles activos de Facebook), sino además esparcir rumores, crear noticias falsas y en general mantener o multiplicar todos los vicios por los cuales los medios de comunicación han luchado por años, para depurar con el periodismo serio, corroborado, con fuentes fidedignas e investigación profesional, el periodismo amarillista o parcializado, y lograr que se reporten los hechos y no las agendas políticas o de intereses particulares.

¿Por qué es importante hacer este marco para hablar del debido proceso? Pues porque el debido proceso se ve afectado, al igual que la justicia imparcial, cuando a un acusado o a varios se les condena mediáticamente, antes de llegar a sentencia, o como cuando una resolución judicial en primera instancia no nos satisface inmediatamente se voltea al juez y se le denigra sin conocer primero los argumentos, el caso de la defensa o la acusación, para entender si en el caso verdaderamente se presentaron evidencias suficientes o si una defensa exitosa pudo destruir la pretensión del Ministerio Público en la acusación.

Es muy fácil permitir que nuestras pasiones personales o nuestros prejuicios o ideología parcialicen nuestra opinión lapidaria sobre un proceso o un acusado, quien quiera que este sea, o que sin la información suficiente e imparcial, caigamos a condenar o absolver a un acusado, al MP o a los tribunales de justicia, sin saber los pormenores del caso, de las pruebas, de la acusación o de la defensa del acusado.

Es por ello que la publicidad de las audiencias de un juicio penal es tan importante, pero más aún el reportaje fiel de lo que sucede en las audiencias, y no la ideología del medio, los editores o los reporteros, porque el público tiene derecho a conocer la verdad y la ideología de un medio de comunicación, sus dueños, reporteros o redactores puede, y muchas veces lo hace: impedir que la verdad objetiva llegue al lector, al televidente, al radioescucha o al usuario de internet o redes sociales.

El debido proceso, la presunción de inocencia, el derecho de defensa y las garantías procesales son demasiado importantes como para que, en un circo mediático, perdamos de vista la importancia que tiene una justicia imparcial, basada en el Derecho, la evidencia científica, legalmente adquirida, y una acusación profesional sustentada en evidencias y no en circos mediáticos contra ningún acusado, por detestable que nos parezca. ¿Sabe por qué? Porque, al final, cualquier ciudadano puede estar en un proceso o puede ser investigado, y del lado del acusado, esa injusta e interminable parodia o circo mediático del proceso es muy dolorosa tanto para su familia como para toda la sociedad, que merece una justicia imparcial, que no amarillismo o circos mediáticos. 

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