Opinión

La historia no perdona

Es penoso y despreciable lo de la bancada FCN Nación. Da vergüenza ajena. Y fastidia a cada instante como que si fuera un reloj de púas. La semana pasada lo sugerí varias veces, pero ahora soy categórico: a los jefes del Ejecutivo les conviene divorciarse, y en malos términos, de ese grupo parlamentario. Hablo de Jimmy Morales y de Jafeth Cabrera.

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Aunque en la visión del pragmatismo político, hacerlo se vea como un sinsentido, se trata de una cuestión de decencia pura. Después de 2015, eso debiera marcar la pauta de quienes se meten a dirigir los destinos del país. Lo contrario es una ofensa. Y no considero aceptable el argumento derrotista que se contenta con afirmar que “así es el Congreso“. En el caso de Morales y de Cabrera, por cierto los grandes perdedores de este desaguisado, tal vez ya no estén a tiempo para romper con “la vieja política” impuesta a la mala por sus diputados.

Quién sabe. Pero peor sería que se quedaran en un dubitativo y mediocre “entre que sí y entre que no”, o que apuesten a que el tiempo pase para maniobrar con las componendas, a pesar del enorme desgaste. Tanto quienes reciben con los brazos abiertos a los tránsfugas, como los diputados que se pasan a la divisa oficial no merecen ningún respeto. Su cinismo es una burla para la población.

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Un escarnio. Y así debemos tomarlo para también reaccionar en consecuencia y, si posible, articular medidas preventivas para protegernos de su vulgar desafío. (El Papa llega a México y exige un país “donde no haya necesidad de emigrar para soñar, de ser explotado para trabajar, de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos”. Siento que está hablando de Guatemala.

Y percibo que a muchos, aunque lo vitorearan si nos visitara, les caería mal oír esas palabras del Santo Padre. Yo, que no me entusiasmo con nada de la religión, me apuntalo por dentro con lo dicho por Francisco. Y quiero seguir escuchándolo.

No lo siento falso ni demagogo, como sí percibo a infinidad de líderes religiosos, tan servirles y a la vez tan influyentes con el poder, que terminan pareciendo o siendo parte de su mafia más vil. ¿Agua bendita del Papa? Bienvenida. ¿Agua “potable” de la zona 15? Ni en broma. ¿Agua de un río que ha sido desviado? Un vejamen. ¿Agua turbia y putrefacta que pretende pasar por limpia? La “nueva” política.)

Me alegra que un abogado tan sólido como Alexander Aizenstadt presente acciones legales contra ocho diputados tránsfugas. Alegra y anima que haya quienes se abstengan de quedarse cruzados de brazos. Porque es injustificable el burdo reclutamiento hecho por FCN Nación. Sobre todo en esta coyuntura en la que el Congreso empezaba a sugerir una dinámica interesante. El impulso inicial del Organismo Legislativo sufre ya un freno. Las cosas allá adentro empiezan a empantanarse. Insisto: es preciso romper con esa bancada. Y no solo Morales y Cabrera. También la ciudadanía en general.

Pues más allá de las obligadas y a veces torcidas lecturas de la política real, Javier Hernández y sus seguidores resultan idénticos a lo que han sido partidos como LIDER y el Patriota. Y aunque se entiende y se respeta la independiza de poderes, al retar de mala manera a la inteligencia del país, los oficialistas pican el hormiguero de la indignación y ponen en riesgo la estabilidad de quien, se supone, es su máximo dirigente. (El Papa Francisco estuvo ayer a 412 kilómetros de Guatemala. Así lo oí en la radio.

En Chiapas se dirigió de nuevo a los pueblos indígenas. Y dijo esto: “Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!“. El Santo Padre dijo lo que aquí muchos niegan de manera sistemática. Quienes se han aprovechado del poder, y siguen haciéndolo, juegan a ignorar esta ingratitud.

Y tristemente, como apuntados en el mismo equipo, no faltan los pseudo dirigentes populares que sacan raja de estas iniquidades y que hacen negocio de la pobreza, con la misma desfachatez con que capitalizan la necesidad aquellos que ni siquiera pagan el jornal estipulado en ley, o que toleran en sus empresas las hirientes desigualdades en los salarios.)

No son únicamente los tránsfugas de FCN Nación los que buscarán, por su beneficio, arruinar la actual legislatura. Lo harán todos los que colaboren con mantener vigente el modelo putrefacto que ha sido el sustento de este sistema político. Si nos descuidamos, la propia ciudadanía que gritó y salió a protestar para que hubiera cambios en Guatemala, puede resultar siendo la más efectiva cómplice de estas mafias; basta con que se permitan un poco de apatía. Pero confío en las redes sociales; son la clave para evitar eso.

El descaro de este movimiento de filas en el Congreso es un síntoma preocupante. Tendríamos que ser ciegos para no verlo. Jimmy Morales y Jafeth Cabrera no pueden hacerse los desentendidos frente a este agravio tan ruin. La enorme oportunidad que aún tienen no va a durar mucho. Y es conveniente que recuerden algo que, incluso en países como el nuestro donde la memoria suele olvidar pronto las ofensas más terribles, se vuelve una realidad cada vez mayor: la historia no perdona.
 

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