Opinión

La SAT: ¿Más controles o más transparencia?

“Los problemas de la SAT no se resolverán en el corto plazo, pero si puede iniciarse su corrección con voluntad política, sin embargo, no es por medio de la implementación de nuevos controles y opacidad en los mismos, el enfoque debe ser moderno y orientado a fortalecer la transparencia institucional”.

A partir del destape de la red de defraudación aduanera en la SAT, se ha desatado una crisis institucional sin parangón en la historia moderna del país. Las manifestaciones de rechazo a los involucrados no se han hecho esperar, y deben continuar hasta lograr que el sistema de justicia castigue a los que se han enriquecido ilícitamente con el dinero de los guatemaltecos.

En lo más violento del vórtice se encuentra la expectativa de funcionamiento de la SAT, que representa el corazón del sistema fiscal. Muchas voces se han levantado para cuestionar sus mecanismos de trabajo, otras para pedir la investigación de sus funcionarios, algunos más para plantear el cierre de la institución, y otros, para plantear la remoción de sus empleados.

La SAT fue diseñada para que, siguiendo el modelo del Banco Central, se convirtiera en un ejemplo de la burocracia pública, sin embargo, sus creadores no consideraron el flujo de intereses que se mueven internamente y que están íntimamente relacionados con la posibilidad de no pagar impuestos por ciertos grupos, o de utilizar sus herramientas coercitivas como mecanismo de revancha política.

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Ya se dejan escuchar muchas voces de pensadores sociales de antaño que, sin el conocimiento mínimo del funcionamiento de la SAT, piden reforzar los controles por medio de nuevas instancias o mecanismos colaterales de burocracia. La solución, al igual que la remoción de sus trabajadores, no está allí.

Los países necesitan Estados fuertes, no necesariamente grandes, y lo que hace más fuerte a una institución es la confianza y la credibilidad de su población, así como la capacidad de rendir cuentas en todo momento. La SAT, en la cual existen por lo menos cuatro vectores de discrecionalidad, tiene como salida única de largo plazo: la transparencia; debe lograr que sea prácticamente imposible que alguien haga algo inapropiado y que no lo pueda percibir la opinión pública.

Por ejemplo, aun cuando el caso de aduanas es muy complejo, el primer paso debe ser la eliminación de la discrecionalidad en la selección de contenedores a revisar. Posteriormente se puede avanzar hacia los temas de múltiples aranceles que han sido provocados por el Ministerio de Economía con su política comercial.

Los problemas de la SAT no se resolverán en el corto plazo, pero si puede iniciarse su corrección con voluntad política, sin embargo, no es por medio de la implementación de nuevos controles y opacidad en los mismos, el enfoque debe ser moderno y orientado a fortalecer la transparencia institucional.

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