Opinión

MANUEL AYAU

“También les debemos a Ayau y a su trabajo abrir cuentas en dólares y tener oro en propiedad, sin restricciones estatales”.

En días recientes un imberbe periodista y editor en ciernes de un medio electrónico, que le fascinaría que yo le publicara su nombre y el medio que dirige, para crear el escándalo que persigue crear, con la publicación de una nota difamatoria contra la figura y legado de Manuel Ayau Cordón, fundador de la Universidad Francisco Marroquín y del Centro de Estudios Económicos y Sociales (CEES), escribió una nota sensacionalista y amarillista que persigue atacar y difamar a uno de los más grandes campeones de la libertad individual y del gobierno republicano limitado y liberal de la América Latina y del mundo.

Es fácil destruir, me dijo una vez mi padre que decía Martí: “Hay hombres que aman y construyen, y hay hombres que odian y destruyen” en relación con Manuel Ayau, su reputación y ejemplo de vida consecuente con sus ideales; el ataque entre más rastrero y vil, más hará crecer la figura y el legado de este gran guatemalteco que, puedo decir con mucho orgullo, tuve el honor de conocer, tratar y verlo trabajar denodadamente por la libertad de nuestra patria hasta el último de sus días.

Debemos recordar, cada cierto tiempo, a los que nos han infundido espíritu de cuerpo, ejemplo de lucha elegante por las ideas y de una vida entera dedicada al servicio, a la cátedra, a la empresa competitiva y a levantarse desde las cenizas a construir, siempre construir, con amor, por el país.
Manuel Ayau fue presidente de la Internacional Liberal, fundada por Frederic August von Hayek y Ludwig von Mises, en Mont Pelerin, Suiza, fue también presidente de la prestigiosa Liberty Fund, una fundación norteamericana creada por la familia Goodrich, para propagar las ideas del liberalismo clásico escocés y austriaco por todo el mundo.

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Además, el hombre de la calle le debe a Ayau, entre otras cosas (que muchos no conocemos, pues era también un hombre humilde que no buscaba reconocimiento por sus acciones destacadas por el país), la liberación del mercado de telecomunicaciones en el país (Ley General de Telecomunicaciones y los TUF), contamos ya con 22 millones de teléfonos, ¡hay ahora más teléfonos celulares que personas en Guatemala! Y tenemos una de las tarifas de llamadas internacionales más competitivas del mundo, porque ahora ya no hay un monopolio estatal, sino cuatro o cinco empresas que compiten encarnizadamente por el consumidor guatemalteco.

También les debemos a Ayau y a su trabajo abrir cuentas en dólares y tener oro en propiedad, sin restricciones estatales; tener una flotación bastante libre del tipo de cambio; y tener divisas para importar y exportar libremente; le debemos, en parte, la reforma constitucional del 93-94, que permitió detener la inflación galopante que nos hizo llegar a una casi hiperinflación en los ochenta, por el gasto público desmedido y los controles del tipo de cambio; e impedir la impresión de dinero sin respaldo y prohibirle al Banco Central prestarle dinero al gobierno.

Le debemos también los liberales, la fundación Escuelas y tanques de pensamiento liberal que han propagado las ideas de la libertad en Guatemala y en toda la América Latina, Hispanoamérica y el mundo, gracias a la Universidad Francisco Marroquín y el prestigio internacional que Manuel Ayau y sus discípulos han logrado diseminar en todo el mundo. Dicha casa de estudios, eminentemente guatemalteca, de estándares globales y con un reach internacional, es respetada en los círculos liberales y académicos por su disciplina y claridad de pensamiento.

Gracias a Ayau, también se ha podido traer a Guatemala a varios premios Nobel de Economía e incluso a premios Nobel de Literatura que son liberales como el insigne Mario Vargas Llosa, Frederick Hayek, Milton Friedman, Ludwig von Mises, Vernon Smith, economistas destacados como Steve Forbes, Konrad Adenauer, Euler, el premio Nobel James Buchanan, economistas y políticos como Gordon Tullock y José María Aznar, de España, y tantas otras figuras internacionales del liberalismo mundial, que, gracias al prestigio de las instituciones que el mismo Manuel Ayau fundó, es que hemos tenido en Guatemala la posibilidad de recibir cátedra de estos maestros, cátedras abiertas a todo el publico guatemalteco. Tenemos, por ejemplo, el sitio web de la UFM: www.ufm.edu.gt, que es uno de los mejores sitios web en español y en ingles de liberalismo internacional.

Además, para informarle al atacante, Manuel Ayau ha sido de los poquísimos empresarios que, con dinero de su propia bolsa y las donaciones de otros empresarios competitivos, ha abogado con Pro Reforma por un cambio por medio de consulta popular de la Constitución, para limitar y derogar los privilegios fiscales y de grupos de presión, balancear el presupuesto del Estado, limitar severamente la capacidad de endeudamiento y lograr un poder público verdaderamente limitado por la Constitución y no un Estado en expansión constante y endeudamiento adictivo, como el que hoy por hoy contamos. ¡Esto lo hizo, aun a pesar de derogar privilegios fiscales para universidades privadas, que ahora, según la propia Constitución, no pagan ningún impuesto!

¿Cuántos empresarios conoce el “periodista” atacante que públicamente pongan dinero de su bolsa y arriesguen su reputación, su prestigio, relaciones comerciales y clientes para abogar por la eliminación de todos los privilegios legales? ¿Cuántos empresarios han escrito cientos de columnas propagando las ideas de la libertad por más de 50 años y pidiendo la derogación completa del Impuesto sobre la Renta, de la Banca Central y del monopolio del IGSS?

Esta solo es una pequeña muestra de quién era y qué le debemos los guatemaltecos al legado de Manuel Ayau Cordón, ¡campeón de la libertad, fundador de instituciones, hombre consecuente con sus ideas de la libertad, batallador incansable su vida entera!
 

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