Opinión

Desastre a la atención del IGSS de la Zona 9

“El IGSS por supuesto debería desaparecer, deberíamos tener un mercado privado de pensiones y de proveedores competitivos”.

A continuación transcribo de manera literal un testimonio de un paciente del IGSS de la zona 9 y la experiencia que tuvo en dicho monopolio estatal, foco de las más grandes corrupciones de gobierno en gobierno. Eso sí los señores de la Junta Directiva de dicha institución y el ejército de asesores y contratos 029 que dispensan cual reyes del medioevo las actuales y anteriores autoridades son verdaderamente un insulto al pueblo de Guatemala, al constatar las terribles condiciones infrahumanas en las que los pacientes se encuentran dentro de este otro fracaso del “Estado Benefactor” y del que insisten los ciegos en llamar “otro milagro de la Revolución de Octubre”.
A continuación el testimonio literal de un paciente suspendido por el IGSS, que al enterarse de que soy periodista de opinión me hizo llegar la historia de su calvario y sus penas, transcrito en sus propias palabras:
“En el 2014 me vi enfermo y de emergencia ingresé a dicho centro (IGSS de la z. 9). Bueno, estuve casi inconsciente pero luego me recuperé y empecé a ver el panorama diferente, porque la situación no era color de rosa, el calor insoportable de la sala que no tiene aire acondicionado o un simple ventilador. ¿Recuerdan aquellos pequeños jabones de hotel? ¡Pues le dan a uno de paciente un pedazo de un jabón de esos! Una sabana toda manchada de líquidos y amarillenta, porque no hay toallas, los baños, una calamidad, dos servicios (para hombres y mujeres sin separación o privacidad de por medio) para más de 50 gentes en una sola sala! Todos llenos de sarro y mugre, ya se imaginan, entre una de las tantas visitas médicas, llegó un médico que se dirigía a los demás, tuve la ocasión de preguntarle quién era y me respondió que era el Director .
Le expuse la situación de la sala, en lo que me respondió, galantemente, “es cuestión administrativa”. ¿Entonces me pregunto, dónde esta la plata de los impuestos que nos quitan cada mes? Supongo que ellos no la pasan tan mal, mientras los pacientes padeciendo del mal, las camas creo que las dejó Justo Rufino Barrios, porque son unos camastrones que duelen los lomos al acostar al pobre paciente, le lastima más, que el dolor que trae.
Los uniformes o las pijamas para los pacientes dan pena, todos rotos y manchados, que son una calamidad, que apenas llegan a un botón o a una pita para amarrársela a la cintura, que da vergüenza recibir a los familiares, cuando es tiempo de visitas. En una ocasión le pregunto a una enfermera: “¿Ay seño, qué pena que las gentes que se mueren -Sí don, así es esto aquí a cada rato, salen estos paquetes no sabiendo que seis meses después me tocaría a mí, con mi hijo que llegó a manos de estos dizque doctores. Tal vez es preciso, señores directivos, poner más atención a los servicios que pagamos los afiliados, y no olvidando las unidades departamentales porque un día se hundirá esta nave y no habrá quién la levante. Que la sepan enderezar antes de que sea muy tarde, porque los sufridos afiliados son los que padecen, ojalá hagan algo pronto, por nuestros enfermos que tendrán un mejor servicio”.
El IGSS por supuesto, debería desaparecer, deberíamos tener un mercado privado de pensiones y de proveedores competitivos, tanto nacionales como internacionales, que pudieran competir en la plaza por las pensiones de los guatemaltecos y su manejo, sin más restricción que una Superintendencia de Pensiones, que no fabricara barreras de entrada al mercado de las pensiones y no debería el corruptísimo Estado de Guatemala expoliarles sus escasos recursos salariales a los guatemaltecos (patronos y trabajadores) para ir a morir a esta ignominia del peor de los mundos: un monopolio estatal ineficiente, desbordado, corrupto y manejado por compadres o cuates del presidente o gobierno de turno. Es esta situación una verdadera ignominia y vergüenza nacional. ¡Que se libere el mercado de pensiones públicas monopólicas pero para ayer!
 

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