Opinión

A la señora Valerie Julliand

“Mi columna es una protesta, una protesta formal y frontal contra la insinuación frontal y en mi opinión, con inquina y completamente insultante, al pueblo de Guatemala y al pueblo de Israel, en la cual usted se ha permitido en un acto diplomático”.

Señora. Atentamente me dirijo a usted, con respeto, por su condición de dama y de diplomática debidamente acreditada y con beneplácito del soberano pueblo de Guatemala, y como tal invitada en nuestro país, bajo las normas y reglas de la Convención de Viena, para las relaciones diplomáticas.
Mi columna es una protesta, una protesta formal y frontal contra la insinuación frontal y en mi opinión, con inquina y completamente insultante, al pueblo de Guatemala y al pueblo de Israel, en la cual usted se ha permitido en un acto diplomático, pero más que eso, un acto de humanidad con las víctimas de un genocidio real y perpetrado contra toda la humanidad y contra el pueblo de Israel por el régimen nazi de la Alemania de la Segunda Guerra Mundial.
Llegué yo un tanto retrasado al acto conmemorativo del Holocausto, realizado en el teatro “Dick Smith”, del IGA, de la ciudad de Guatemala, en ese momento estaba terminando su intervencion el embajador alemán, lamentablemente me supuse, y tenía razón al hacerlo, que algunos de ustedes, embajadores y funcionarios extranjeros con inmunidad diplomática, utilizarían aquel solemne evento para continuar lo que reiteradamente han hecho: inmiscuirse en asuntos internos guatemaltecos, sin excusa ni pretexto válido, queriendo forzar una condena por genocidio contra el pueblo de Guatemala, por los crímenes que ambos bandos cometieron en la guerra de guerrillas guatemalteca, pero donde un bando vive feliz y millonario con las donaciones y dinero que usted y los suyos les proporcionan (el denominado G13 o grupo de los 13 “donantes” más ONU, OEA y EU) y el otro bando tiene a más de 42 militares presos por delitos que fueron amnistiados en la guerra, por las más de dieciséis amnistías que tanto el ejército y los regímenes militares y civiles electos y una Asamblea Nacional Constituyente y luego el Congreso soberano de Guatemala, concedieron a ambas partes en el conflicto.
En Guatemala, señora, jamás el ejército, ni un jefe de Estado, ni el estado mayor de la defensa, ni ningún jefe de base, ni ningún ministro de la defensa o jefe de estado mayor, jamás nunca, ni en su planificación, ni en su ejecución, jamás planeó, ni ejecutó un genocidio. Genocidio sí cometieron, por ejemplo, los colaboracionistas del régimen corrupto y traidor a Francia de Vichy, que entregó a centenas, miles de judíos a la Gestapo, para ser exterminados en los campos de concentración nazi.
Señora, yo como guatemalteco, como abogado, como miembro del foro guatemalteco y como periodista de opinión con más de una década de peler mis batallas dentro del foro de la opinión pública nacional, tengo el deber de exigirle públicamente que respete los asuntos internos guatemaltecos. Nadie, señora, ni usted, ni las Naciones Unidas, ni ningún grupo de embajadores tienen absolutamente ningún derecho de querer presionar ni al sistema de justicia, ni al Presidente de la República, ni a nadie dentro o fuera del gobierno de la Republica de Guatemala, a que se falle o deje de fallar dentro de un proceso penal guatemalteco de ninguna manera. Usted, señora, no puede opinar sobre un juicio que ni siquiera ha podido llegar a un fallo de primera instancia por las gravísimas violaciones al debido proceso y a la ley constitucional de amparo y a las garantías constitucionales que se han venido dando contra los procesados casi forma consuetudinaria. Debe usted, señora, oír los justísimos pedidos de la judicatura guatemalteca en el sentido de que ninguna potencia o entidad extranjera tiene ningún derecho en alterar o querer influenciar en forma alguna las resultas de un procedimiento judicial guatemalteco. Lo que es un asunto interno, par excellence.
Pero lo que verdaderamente da mucha pena señora Julliand, como yo me lo temí desde que me senté en aquel oscuro y solemne teatro a presentar mis respetos a las víctimas del Holocausto Judío (ese sí un verdadero genocidio), es que usted escogiera dicho evento sagrado para el pueblo de Israel (verdadero aliado de Guatemala y que nunca se pronuncia ni se inmiscuye en asuntos internos judiciales guatemaltecos), para hacer un paralelismo y hablar del pasado de Guatemala, en lo que no puede ser otra cosa sino una alusión a que en nuestra guerra de guerrillas hubo un genocidio, ¿por qué? Porque a usted así se le antoja y a toda su corte de embajadores y funcionarios también. ¿Cree, usted señora que una conmemoración del Holocausto es el lugar correcto para hacer ese tipo de política?
Desde ya le ofrezco este espacio y mi columna de opinión completa si usted quisiera responder a la opinión de periodista que he vertido en este espacio, ni siquiera tendrá que solicitármelo, el espacio completo es suyo.

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