Opinión

Juventud y Cultura del Reconocimiento

María Luisa Méndez

IMG_3269-1024x881Actualmente en nuestra sociedad, por diversos factores y circunstancias, a lo largo de su historia que tienen que ver con aspectos en su mayoría económicos y la relación entre el Estado y los diversos sectores de la sociedad, han propiciado prácticas cotidianas que caracterizan una Cultura de Violencia en diversos ámbitos. Tomando en cuenta el carácter aprendido de la cultura y la capacidad humana para el cambio, se reconoce que las prácticas individuales y colectivas de la Cultura de Violencia son susceptibles de transformarse en acciones constructivas que fomenten e impulsen la Paz y la concordia. Esa cultura en la población guatemalteca se ve reflejada en los índices de violencia de la actualidad.

Esto se ve vinculado a lo que diariamente los guatemaltecos estamos “acostumbrados” a leer y escuchar sobre la problemática que se vive a nivel nacional, en donde se comunica con mayor prevalencia aspectos negativos y que hasta cierto punto promueven un estado permanente de alerta o miedo en la población. Haciendo un traslado al tema de “juventud”, también toma relevancia en la sociedad en sus diferentes niveles y al mismo tiempo muchos han tergiversado el contenido esencial de la palabra de acuerdo a sus intereses, por ejemplo: La publicidad utilizada en los medios, intereses del crimen organizado, las iglesias y otros, que suman elementos para visibilizar noticias negativas sobre las positivas.

Por lo tanto, se deja por un lado aquellas acciones que son el resultado de impulsos que se traducen en luchas diarias por cambiar la realidad en la que actualmente vivimos. Hablar de Cultura del Reconocimiento, es hablar de visibilizar, celebrar, agradecer todos aquellos esfuerzos que promueven acciones positivas y que son ejemplos para desaprender prácticas como la cultura violenta a través de procesos de reflexión, comparación e imitación, demostrando que las cosas buenas se deben festejar y merecen ser apreciadas por las demás personas y por todas las generaciones.

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Para nadie es un secreto que aún sigue faltando espacios de oportunidades en especial para las y los jóvenes, y que es un reto aquellos que se ajusten a los intereses reales de la juventud, que tengan que ver con su identidad. Sin embargo, hoy en día ha sobresalido el protagonismo juvenil, manifestado por ese sector que de una manera activa y comprometida, han sido los impulsores de cambios significativos a través de espacios creados por ellas y ellos.

Estas juventudes, que han decido dedicar tiempo de manera voluntaria y han adoptado para sus vidas estos espacios, tomándolos como medios para construir y lograr cambios sociales, económicos y políticos para el país, son personajes a quienes debemos reconocer por ese valor agregado que aportan con su ejemplo de lucha. Es así, como celebro todos aquellos esfuerzos que las y los jóvenes que por convicción y sentido de transformación, realizan y promueven para una nueva ciudadanía, la constructora de paz, democracia y justicia.

 

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