Opinión

"El respeto a la Constitución y a la República"

Giovanni Fratti - Abogado y notario, periodista independiente y catedrático universitario

En días recientes la Corte de Constitucionalidad ha reestablecido el orden constitucional, que lamentablemente la misma Corte había quebrantado al otorgar un amparo provisional, en el fútil intento de atrapar nuevamente la justicia penal guatemalteca, que algunas organizaciones afiliadas o afines a la extrema izquierda del país (que desde hace décadas usan de pantalla y prostituyen la rama del derecho que comprenden los Derechos Humanos) intentaron repetir. Este nefasto episodio de la toma de una parte fundamental de la justicia guatemalteca (el MP y la justicia penal en el OJ) es el nefasto episodio de la exfiscal general Claudia Paz y Paz, la jueza y el tribunal violador de garantías procesales y de la constitucionalidad Jazmín Barrios y la toma de la Cámara Penal de la CSJ por el fallecido magistrado Barrientos Pellecer.

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La muestra es clarísima, durante ese periodo se fraguó la farsa del circo de acusación completamente ideológica del falso genocidio, que se quiso montar violando garantías procesales, imponiendo defensas ilegales y violando varias sentencias de amparo que la CC le impuso al tribunal de grado, reiteradamente, todo con el fin de sacar abortada a la vida jurídica una sentencia inconstitucional y a rajatablas.

Todo ello, por supuesto, hay que agradecérselo a la ideológica Sandra Torres y a su consorte (cual sello de aprobado permanente) Álvaro Colom.

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El mismo circo se quiso repetir. Las mismas ONG corruptas de fachada de derechos humanos, que no son más que cobijo de exguerrilleros asesinos y secuestradores o, lo que es peor, de sus apologistas, estaban listas. Algunos otros grupos de incautos o, peor aún, de colaboradores aviesos trataron de consolidar, a puro periodicazo, la nueva farsa.

Fracasaron. Para el bien de la constitucionalidad y el imperio del Derecho, fracasaron. Luego de leer las más de 126 páginas de la sentencia definitiva del amparo, el tribunal constitucional cuidadosamente hizo una revisión de los alegatos de todas las partes, valoró las “pruebas”, algunas de las cuales, como en el escrito irrisorio de Helen Mack, eran recortes o citas de prensa donde la señora se citaba a ella misma, vilipendiando el proceso de comisiones y acusando (sin pruebas como es ya el estilo característico de estas ONG y de la CICIG a diestra y siniestra). Yo, desde estas líneas, una vez más le exijo a esta señora que presente sus excusas y disculpas públicas formales por las vulgaridades que fue a proferir a la sala de audiencias de la CC; en amparos anteriores relacionados con el proceso de Comisiones de Postulación, ni ella, ni ningún guatemalteco, ni mucho menos los entrometidos extranjeros, pueden ni deben faltarle el respeto a la República y a las instituciones de justicia constitucional guatemalteca de esa forma. La sentencia está no solo muy bien fundamentada, sino que además explícitamente demuestra que no solo no se violó la ley de la Carrera Judicial, como los amparistas en forma falsa y escandalosa querían hacerle ver y engañar a la opinión pública, sino qu

e también tanto las Comisiones de Postulación como el Congreso hicieron lo que la ley y la Constitución les mandaba, y en el tiempo y los plazos en que la ley lo exigía.

Pintoresca, por soez en extremo, y hasta vulgar, la reacción en Twitter de algunos “activistas” de DD. HH. y demás hippies que hoy dicen ser los paladines de la justicia guatemalteca, algunas de estas señoras vulgares compararon a la CC con un inodoro, y demás vulgaridades que en sus cuentas de Twitter y Facebook publicaron.

Por otro lado, las juristas Dra. Claudia Escobar y la colega constitucionalista Marta Altolaguirre, con la buena educación y el decoro de abogadas que son, jamás las leí o vi profiriendo insultos contra nadie, inclusive Marta publicó que, aunque no compartiera ella como jurista el fallo del alto tribunal constitucional, debía respetarse el fallo. Así debe ser, y por esa actitud de juristas decorosas y respetuosas que siempre han demostrado, quiero mostrar mi admiración por ambas abogadas guatemaltecas, honorables y educadas damas togadas que le dan prestigio al foro nacional.

Cómo contrasta esta actitud decorosa con el insulto soez y vil de algunas otras “señoras”. Quede para la historia anotada la patética actitud de algunos amparistas en este delicadísimo caso de la justicia constitucional guatemalteca. Mi reconocimiento también para los señores magistrados Molina Barreto, Maldonado Aguirre y Pérez Aguilera que, apegándose a Derecho y soportando y no cediendo a ninguna presión de ninguna ONG, ni embajada, ni político, fallaron haciendo respetar la Constitución de la República de Guatemala.

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