Opinión

De nuestros padres a nuestros hijos

El sueño de todo padre es que sus hijos vivan mucho mejor que él. Sin juzgar la generación de nuestros padres, podemos decir que los avances en contra de la desnutrición fueron lentos. Ahora nosotros, sus hijos, nos hemos empeñado en llevar un paso más rápido para combatir un mal que está comprometiendo el futuro del intelecto nacional.

Los resultados del Censo Nacional de Talla en Escolares de 1986 y de 2001 (en el área geográfica que ahora corresponde a los 166 municipios priorizados por el Gobierno en el Pacto Hambre Cero) registran una reducción de 1.5% en la tasa de desnutrición en 15 años.

Una generación posterior, es decir a nosotros, nos ha correspondido la responsabilidad de dejar un mejor futuro a nuestros hijos. Por eso decidimos priorizar el combate de la desnutrición. Serán nuestros herederos quienes juzguen si lo hemos hecho bien o mal. Lo que podemos decir con la frente levantada es que en solo 12 meses, ¡es decir un año!, reportamos una reducción de la desnutrición crónica de 1.7%, en la misma área geográfica.

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Por primera vez un gobierno decide monitorear si lo que está haciendo va por buen rumbo y a una buena velocidad. Los gobernantes de turno siempre dicen ir por la vía correcta, pero ahora también sabemos a qué velocidad avanzamos. ¡Y lo hacemos con la posibilidad de tomar las decisiones a fin de acelerar más el paso!

Desde el primer día de este gobierno se trazó una meta, ambiciosa sí, pero alcanzable. Después de 32 meses de gestión, el compromiso por reducir la desnutrición sigue impulsando cada día más esfuerzo que en enero de 2012 con la participación de toda la sociedad y no solo el gobierno.

En la SESAN estamos conscientes de que lo que no se mide no se puede mejorar. Por eso estamos evaluando el ritmo cada año y así saber si un programa es efectivo o no. De las 317 evaluaciones de impacto que se han realizado en América Latina y el Caribe, el de Guatemala debe tener algo bien hecho porque ya está sirviendo de modelo en otras naciones. El compromiso de las autoridades de los próximos dos o tres decenios debe ser avanzar mucho más rápido en la lucha contra la desnutrición.

Nuestros padres tardaron 15 años en reducir 1.5%, ahora sus hijos disminuimos 1.7% en tan solo 12 meses.

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