En una tarde inspirada y con superioridad individual y táctica, Alemania propinó una goleada de 7-1 a Brasil, y se clasificó a la final del Mundial, al tiempo que arruinó la fiesta que los brasileños habían planificado para el último partido.
Las ausencias de Neymar y Silva pesaron, no hubo un líder en un equipo que no supo asimilar el primer gol y que cuando despertó en el segundo tiempo ya lo llevaban 5-0. Se acabó el sueño del Hexacampeonato, y qué más se puede agregar a una aplastante forma de jugar de Alemania, solo reconocer que nos mostró la esencia del futbol y lo que ocurre cuando lo que se planifica se ejecuta casi a la perfección.
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Alemania no solo se quedó con Klose como máximo artillero de la historia de los mundiales, sino que colocó a Müller como goleador del torneo y dispara las preferencias para quedarse con el título. Pero hay que esperar porque ningún partido se parece a otro; de momento, mientras Alemania celebra, Brasil llora.