Opinión

Paola Rivano

Equipo valioso

Paola Rivano,  Coach y conferencista  internacional, Www.paorivano.com,  Twitter @paorivano Paola Rivano,
Coach y conferencista internacional, Www.paorivano.com,
Twitter @paorivano

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Hubo una vez en la carpintería del pueblo una inusual asamblea. Esta vez no eran los carpinteros quienes se reunían sino las herramientas, ya que tenían graves diferencias entre ellas que les imposibilitaban trabajar en equipo y alcanzar los resultados que el carpintero necesitaba.

El martillo fue el primero en pedir la palabra, a lo que la asamblea respondió solicitándole su renuncia. -“¿Por qué debo renunciar?”, preguntó el martillo. -“¡Haces demasiado ruido y te pasas todo el tiempo golpeando!” El martillo asumió su responsabilidad y reconoció su error, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo, ya que daba demasiadas vueltas antes de lograr algo y conseguir su objetivo.

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El tornillo aceptó la petición del martillo, pero a su vez solicitó la expulsión de la lija. La asamblea le preguntó la razón por la que solicitaba la expulsión y el tornillo respondió que la lija era áspera en su trato y siempre tenía roces con los demás miembros del equipo.

La lija aceptó sus debilidades y estuvo de acuerdo, con la única condición de que se expulsara también al metro. La asamblea solicitó nuevamente un argumento convincente para expulsarlo, a lo que la lija replicó que el metro pasaba midiendo a los demás con su propia vara, como si él fuese perfecto.

En ese momento las herramientas escucharon unos pasos acercándose y cayeron inertes sobre el mesón de trabajo. Cuando entró el carpintero tomó su delantal y comenzó a trabajar tomando de manera aleatoria a todos los expulsados de la asamblea: el martillo, la lija, el metro y el tornillo.

Después de arduas horas de trabajo el carpintero se sentó rendido sobre su silla contemplando el hermoso mueble que había terminado de construir.

Cuando el carpintero salió del taller, las herramientas reanudaron su discusión. El serrucho pidió la palabra diciendo: -“Señores, creo que ha quedado totalmente demostrado que todos tenemos defectos; sin embargo, el carpintero no los toma en cuenta, él trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos”.

Dejemos de discutir sobre nuestras debilidades y todo lo que hacemos mal y comencemos a pensar en lo que nos hace valiosos y en las habilidades que cada uno posee. Concentrémonos en nuestras virtudes.

Hubo un rotundo silencio en el taller, que fue roto por uno de los miembros de la asamblea diciendo: -“En resumen, el martillo es fuerte, el tornillo une y da solidez, la lija lima asperezas y brinda suavidad y el metro es preciso y exacto”.

Se miraron por unos minutos y se dieron cuenta de lo equivocados que estaban. Se sintieron capaces de lograr todos los objetivos propuestos y de construir hermosos muebles, pasando todos sus diferencias a segundo plano.

Cuando desarrollamos talleres de trabajo en equipo y contamos esta historia es increíble ver las expresiones de los participantes al sentirse identificados con ella. Todos solemos buscar defectos en los demás, pero cuando les damos más importancia a las debilidades que a las fortalezas, creamos un clima negativo que tarde o temprano afectará tanto a las empresas como a las personas a las personas que la conforman.

Todos los cargos son importantes en las organizaciones. No nos debemos preocupar por lo que hacen o dejan de hacer los otros. Debemos preocuparnos de hacer nuestro trabajo lo mejor posible y que todo lo que hagamos sea para bien y en beneficio del equipo, concentrándonos en las virtudes que cada uno posee. ¡Sácale provecho a tus virtudes y a las de tu equipo!

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