Opinión

Johan Öberg

Brasil y el final de una carrera económica.

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Con el mayor evento deportivo del mundo a tan solo unas semanas a Brasil le espera un mes emocionante. Pero la gigantesca nación necesita mantener sus ojos en otro campo menos divertido que va en la dirección equivocada: la economía.

Durante los últimos años, Brasil, la séptima economía del mundo, ha pasado de ser una economía de crecimiento por excelencia a experimentar graves reveses en temas fundamentales.

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El Producto Interno Bruto del país (PIB) no aumentó según lo esperado. La inflación es alta, oscilando el 6 por ciento, y en los esfuerzos para frenarla, la tasa de interés se ha elevado a 11 por ciento, por lo que es más costoso pedir dinero prestado. La productividad aún es demasiado baja y proyectos cruciales de infraestructura han sido desguazados, retrasados o en el camino han sufrido atropellos en el presupuesto.

El espectacular repunte económico de Brasil se remonta a 1994 cuando se introdujo una nueva moneda, el real, para frenar la hiper-inflación. Desde entonces, el desarrollo ha sido notable. La pobreza se ha reducido en más del 60% y la mitad de la población, de unos 200 millones de habitantes, se considera clase media. En la última década, 10% más pobre ha duplicado sus ingresos.

“El 2015 va a ser el gran año del ajuste”, le asegura a la agencia “Reuters” Marcelo Salomon, economista en jefe de Brasil para Barclays Nueva York. “Tiene que ocurrir un shock de credibilidad para que el gobierno demuestre que no está pensando en el corto plazo”.

Sin embargo, con las elecciones de este año, se espera que las políticas de corto plazo continúen. Es probable que la presidenta Dilma Rousseff tome las medidas dolorosas antes de las elecciones, lo que a su vez obligaría a cortes más profundos en el presupuesto del año que viene.

Los costos del Mundial también están excediendo el presupuesto, que sobrepasa los cuatro mil millones de dólares, y se han invertido siete mil millones adicionales para infraestructura.

Las empresas de apuestas sostienen que los anfitriones son los favoritos para ganar la Copa del Mundo, con Argentina y Alemania como fuertes aspirantes al título. Las apuestas también giran en torno a la economía brasileña. ¿La gigantesca nación acaba de golpear un badén o es el final de una carrera económica sin precedentes?

Destacado

“El gobierno brasileño está siendo atacado por no tomar las medidas necesarias para enfrentar el déficit presupuestario”.

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