Opinión

María del Carmen Aceña

Poderes especiales

 María del Carmen Aceña Investigadora Asociada CIEN María del Carmen Aceña
Investigadora Asociada
CIEN

En 1990, Fidel Castro y Luiz Inácio Lula da Silva convocaron al primer Encuentro de Partidos y Organizaciones de Izquierda de América Latina y del Caribe, cuyo objetivo fue unir esfuerzos para debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín, y las consecuencias del neoliberalismo en Latinoamérica y el Caribe. Se conformó la organización “El Foro de Sâo Paulo” con más de 40 grupos políticos de la región. Se tenía como fin llegar al Gobierno por la vía democrática, lograr mantenerse en el poder y modificar los sistemas republicanos. Este modelo se denomina Socialismo del Siglo XXI. Durante las últimas dos décadas, varios han intentado adoptarlo.

El caso más emblemático es el de Hugo Chávez, quien en 1999 llegó al poder en Venezuela. La principal estrategia del modelo es tomar las instituciones políticas, especialmente las relacionadas con el sistema de pesos y contrapesos del sistema democrático: Poder Legislativo, Poder Judicial, Autoridades Electorales, Corte de Constitucionalidad, Contraloría y el Ejército. La reforma constitucional consolida el modelo, ya que permite modificar los límites al Poder Ejecutivo como la reelección presidencial, o la ampliación de su término. También se impulsa la democracia participativa (referéndos y consultas populares) para ganar el apoyo político de grandes segmentos sociales –el apoyo popular– que consiguen por medio de programas sociales financiados con fondos públicos, cuyo objetivo es comprar la voluntad de los más pobres o marginados otorgándoles bienes y servicios con el fin de asegurar su dependencia al partido.

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La primordial maniobra de propaganda del modelo es la promoción de la imagen e ideología en medios de comunicación nacional e internacional, presentándose como la única alternativa política y económica real para los más pobres del país, desprestigiando a sus opositores y poniendo como héroe a su candidato o candidata. La reducción de la libertad de expresión es otra de sus tácticas. El objetivo principal en el largo plazo es el control total y censura de todo tipo de información emitida por los medios de comunicación, y el desarrollo de un sistema de comunicación oficial directa dedicado a alabar el modelo y criticar a los opositores.

El modelo se basa en la intromisión del Gobierno en la esfera económica, el cual busca implantar un sistema económico centralizado, en donde se abole la propiedad privada y los medios de producción quedan en manos del Estado. Esto lo consiguen promocionando alternativas solidarias de producción, el debilitamiento de los derechos de propiedad, expropiaciones y estatizaciones.

Una práctica es la creación de fuerzas de choque utilizando a organizaciones obreras y campesinas. Con el paso del tiempo y consolidación del modelo, estos grupos se convierten en una fuerza paramilitar obediente y dócil a la cadena de mando que encabeza el presidente. Por último se genera una organización paralela a la estructura formal del Estado que descansa en el “poder ciudadano” que está al servicio del modelo y que le permite llevar a la práctica acciones que serían en extremo difíciles desde las instituciones propias del Estado. Pueden ser formadores de opinión, las ONG defensoras de causas, sindicalistas, beneficiarios de los programas y otros.

¿Ha sido este modelo clave para el progreso latinoamericano? Actualmente, el país líder, Venezuela, vive una de sus mayores crisis económica, social y política. Aunque el presidente Nicolás Maduro logre las votaciones para autorizar la Ley Habilitante que le otorga “poderes especiales” para legislar sin control parlamentario, la situación no mejorará. Venezuela, al igual que muchos países de la región, necesita acabar con el populismo e iniciar un nuevo modelo político/económico basado en la libertad individual, el estado de Derecho y el desarrollo humano.

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