Opinión

David Trads

El acceso al agua potable es clave para la lucha contra la obesidad.

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Solo en tres décadas el número de personas obesas se ha triplicado, principalmente en los países de América Latina, pero ninguno más que México, que recientemente pasó a Estados Unidos como la nación que posee el récord en esta vergonzosa calamidad.

En un reciente viaje a Ciudad de México vi en televisión al dueño de una tienda de ropa que ilustraba esta terrible tendencia. “En nuestro mercado, en los últimos tres años, hemos experimentado un crecimiento del 50% en ventas de ropa talla ‘larga’ y ‘extra larga’”. El propietario mostraba cómo la sección que se solía llamar “tallas grandes” y que estaba relegada a un rincón, ahora ocupaba un espacio mayor.

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No recuerdo haber visto personas con sobrepeso en mi primera visita a tierras mexicanas, en 1992. Hoy en día es imposible mirar a cualquier parte y no ver un buen porcentaje de personas obesas o cerca de estarlo. Es un problema grande, y debo reconocer que soy un profundo simpatizante de la lucha oficial que ha emprendido el presidente Enrique Peña Nieto para detener esta enfermedad. Vale la pena que le presten atención al camino que él ha labrado en toda Latinoamérica.

El presidente ha aceptado que la obesidad es un enorme desafío, quizás el más peligroso de todos, que está “ad portas” de salirse de control. Dos de cada tres mexicanos tienen sobrepeso y uno de cada tres es obeso. El problema que esta enfermedad causa en las personas ordinarias es terrible, aparte de que el individuo se ve gordo, ella o él tienen un mayor riesgo de sufrir golpes, problemas de corazón, presión alta, diabetes, entre muchas otras cosas. Y para la sociedad, ya es una problemática que está drenando los recursos públicos de la salud.

Peña Nieto ha decidido luchar contra esta tendencia degradante: recientemente pasó una ley al Congreso que impondrá un impuesto considerable a todas las bebidas azucaradas. En promedio cada mexicano toma una lata y media de gaseosa o soda por día –ningún otro país consume está proporción–. El presidente entiende, sin embargo, que este impuesto no es suficiente, aunque se calcula que podría reducir el problema de 10% a 15%. Una opción, igualmente importante, es crear alternativas alimenticias a la comida chatarra y a las gaseosas o bebidas azucaradas –y la más obvia es el acceso al agua potable.

Pero –como Publinews en México puso en su portada el otro día– el acceso al agua es realmente malo. ¡Solo la mitad de todas las escuelas tiene fuentes de agua que son seguras para beber! ¡Solo la mitad! No es de extrañar que uno de cada cuatro niños tenga sobrepeso, ya que no consiguen un vaso de agua seguro en la escuela.

Como David Montalvo, un influyente médico, le dijo a Publinews: “El agua no aporta calorías, tiene conservantes y productos químicos que podrían ser perjudiciales; y es importante suministrar una alternativa para frenar el consumo de gaseosas; y si conseguimos que los niños se acostumbren al agua potable, entonces habremos llegado muy lejos”.

La buena noticia es que el Gobierno mexicano ha decidido hacer algo: parte de la ganancia adicional del nuevo impuesto sobre las bebidas azucaradas será utilizada directamente para construir fuentes de agua en las escuelas del país azteca. Esa es una iniciativa buena, pero naturalmente, solo una parte de la solución.

Para combatir realmente la epidemia de la obesidad cada uno de nosotros tiene que analizarse, o como Michael Jackson dice en su canción “Man in the Mirror”: “I’m Starting With The Man In The Mirror/I’m Asking Him To Change His Ways/And No Message Could Have Been Any Clearer/If You Wanna Make The World A Better Place/Take A Look At Yourself, And Then Make A Change”. (Estoy empezando por el hombre del espejo, estoy pidiéndole que no sea así y ningún mensaje puede ser más claro.

Si quieres hacer del mundo un sitio mejor échate un vistazo a ti mismo y cambia). No es solo que el Gobierno pueda solucionar los problemas para nosotros. Es mucho más fácil si todos comenzamos por dar agua potable a nuestros hijos en lugar de una gaseosa.

 

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