Opinión

María del Carmen Aceña

¿Desaparecerá el dinosaurio?

 María del Carmen Aceña Investigadora Asociada CIEN María del Carmen Aceña
Investigadora Asociada
CIEN

Lo más apreciado que tiene un país es su gente. El capital humano es el pilar principal para la democracia y la competitividad, como para lograr calidad de vida y bienestar.

A pesar de que se ha avanzado, Guatemala se encuentra rezagada en educación y salud. La mitad de nuestros niños menores de cinco años padece de desnutrición crónica, razón por la cual existen altas probabilidades de que su cerebro no se desarrolle adecuadamente.

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La mayoría asistirá a la escuela primaria, pero muchos no la finalizarán. Los otros con suerte aprenderán a leer y a hacer cuentas.

Ante esta situación es de aplaudir la decisión reciente del sector privado organizado de lograr la firma del Primer Acuerdo Nacional sobre Desarrollo Humano, con 14 partidos políticos.

Este contiene tres componentes: a) la nutrición de la niñez, b) la calidad educativa y c) la capacitación de los jóvenes.

Adicionalmente tiene un compromiso por el cumplimiento, el seguimiento y el monitoreo del mismo por medio de una “instancia de alto nivel” conformada por el Foro Permanente de Partidos Políticos, el Consejo Económico y Social y la sociedad civil, siendo la Fundación para el Desarrollo (Fundesa) la institución que facilitará que se logre lo suscrito.

Los compromisos se resumen en la reducción anual del 2% en la tasa de desnutrición crónica, logrando bajar esta del 49 al 29% en el año 2021, recomendando las acciones de la Ventana de los Mil Días como primer paso, seguido por educación sexual, agua potable, saneamiento básico y capacitación para generación de ingresos.

También señala que las instituciones del Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional deberán de responsabilizarse de las distintas acciones de la salud. Para el logro de la calidad educativa, los políticos se comprometieron a buscar resultados positivos en matemáticas y lectura en más de la mitad de los estudiantes –en las pruebas estandarizadas–, contar con un sistema de selección de los docentes por mérito, mantener el Sistema Nacional de Evaluación y publicar sus resultados, y el cumplimiento de los 180 días de clase en el 100% de los centros educativos.

Y, para los jóvenes, se plantea transformar el nivel diversificado y descentralizar los contenidos curriculares, con apoyo del Intecap.

Muchos nos preguntamos ¿por qué este acuerdo se cumplirá? ¿Cuáles serán los premios y castigos para los políticos que no cumplan? ¿Qué estrategia se seguirá para que no continúe la contratación de maestros y salubristas referidos por los diputados y otros grupos? ¿Será que se repetirá el cuento de Tito Monterroso “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”?

¿Cómo lo hacemos? Necesitamos modelos creativos e innovadores de gestión, blindados de las intervenciones partidarias, con visión en el largo plazo, que nos permitan llevar la Ventana de los Mil Días y otros servicios de salud a los más vulnerables en forma eficiente y efectiva.

El reto de la educación en este siglo se llama calidad. Para ello se requiere buena formación para los educadores, la selección de los mejores, capacitación constante de los mismos y evaluaciones periódicas de sus conocimientos y capacidades de enseñanza.

Opino que es importante diseñar una prueba específica para los aspirantes a maestros y los que se encuentran en servicio, y publicar los resultados. El que no dé la talla, no debería ser profesor. Será interesante contar con rendición de cuentas de cómo van las metas y los avances de lo acordado, al menos anualmente.

La esperanza es lo último que se pierde, dice un viejo refrán. Esperamos que los empresarios mantengan su liderazgo y los políticos sostengan los compromisos. Si no, allí seguirá el dinosaurio.

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