Opinión

Luis Felipe Valenzuela

2 veces detenidos, 2 veces libres

Escritor, periodista y director general de Emisoras Unidas 89.7 @lfvalenzuela

Algo debe andar muy mal en el país, y no solo en la justicia, para que un par de presuntos asaltantes de celulares, de esos que van en motocicleta sembrando terror por la ciudad, sean detenidos dos veces durante la misma semana, y en un término de 36 horas hayan sido liberados en ambas ocasiones. Por favor, no deje de apuntar que escribí “presuntos”. Según notas de prensa, a Natanel Chún Pérez y a Jonathan García Guerra los capturaron bajo sospecha de robar teléfonos móviles a automovilistas en la calzada Roosevelt. Al momento de su aprehensión no iban armados.

Se les encontró en una moto con el número de chasís alterado y en posesión de Q1 mil, los cuales ofrecieron a los agentes de la PNC a cambio de que los dejaran ir. Pero esa oferta fue rechazada, y los dos supuestos delincuentes pasaron la noche en la carceleta de tribunales. Sin embargo, aunque ligados a proceso por cohecho activo, al siguiente día estaban libres. Como el viento. Como las nubes. O como cualquier “hijo de vecino” que no mata ni moscas.

Pese a ello, de acuerdo con informes periodísticos, esa misma noche volvieron a ser detenidos por ser parte de una riña con ocho sujetos más. Y luego de ser otra vez conducidos, recuperaron su libertad después de que, junto con el resto de ruidosos pendencieros, dijeron en el juzgado de turno que se comprometían a no volver a hacer escándalo en las calles. Es decir, las autoridades judiciales los habían soltado de nuevo, lo cual trajo consigo la indignación general, en cuenta la del ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, quien se declaró “decepcionado” por el actuar de los jueces.

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La historia no se queda ahí. Entrevistado por “Patrullaje Informativo”, el juez asegura que el parte policial de la primera vez que los aprehendieron no mencionaba que su detención fuera por robar celulares en motocicleta. A lo que el titular de la cartera del Interior responde que, de ser así, va a sancionar a los agentes captores. De cualquier modo, lo cierto es que dos presuntos asaltantes, que, presumo, no son precisamente angelitos, andan por la calle y tan tranquilos, pese a haberle dado al sistema de justicia un par de “dolores de cabeza” en cuestión de 36 horas.

Y no es que yo quiera, a como dé lugar, juzgarlos y condenarlos desde esta columna. Aunque así parezca. No es que yo insista en que los jueces manden a la cárcel a cuanto detenido les llevan. Para eso existen las pruebas, y sin los argumentos correspondientes, ningún juzgador sensato y honesto puede dictarle prisión preventiva a nadie. A lo que yo apelo es al sentido común. Y no son pocas las voces que proclaman que, en casos como éste, los antecedentes cuenten a la hora de una resolución judicial. Yo, por mi parte, solo sugiero lo elemental.

No podemos abandonar ni pasar por alto episodios como el antes descrito. Los periodistas debemos preguntar, hasta donde el oficio nos permita, por qué ocurren estas cosas. La PNC debe mejorar su redacción de partes policiales. Eso es urgente. Y, como sociedad, debemos procurar que los jueces dispongan de una protección suficiente para que así dejen de “lavarse las manos” con legalismos sin lógica, o bien resuelven al revés por haber sido amedrentados con una amenaza.

El ministro López Bonilla dijo a Emisoras Unidas que “la Verbena es un santuario de sicarios y de ladrones en moto”. Asegura tener suficiente información acerca de eso y sugiere que estos dos presuntos delincuentes operan desde esa colonia, y que podrían volver a ser aprehendidos.

Y, si se trata de verdaderos maleantes, la medida de nuestra efectividad como país se medirá en las veces que sean dejados nuevamente en libertad por nuestro sistema de justicia.

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