Habitantes de Jartum, Sudán, aseguraron haber oído disparos este domingo, en el sexto día de un alto el fuego poco respetado en el conflicto que enfrenta desde mediados de abril al ejército con los paramilitares.
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El actual alto el fuego debe terminar el lunes por la noche, pero no fue respetado y se oyeron disparos a diario.
Mientras los combates continúan, el gobernador de Darfur pidió a los habitantes de esa extensa región del oeste del país que se doten de armas, lo que alimentó los temores de una guerra civil.
“Oímos disparos en el sur de la ciudad”, explicaron el domingo a la AFP varios habitantes de la capital.
Desde el 15 de abril, la guerra entre el ejército, dirigido por el general Abdel Fatah al Burhan, y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), lideradas por el general Mohamed Hamdan Daglo, ha dejado unos 1.800 muertos, según la oenegé ACLED.
Ambos bandos se responsabilizan del no cumplimiento del cese al fuego, que tenía como objetivo permitir la llegada de ayuda humanitaria y facilitar los desplazamientos de civiles.
Pese a su fragilidad, Estados Unidos y Arabia Saudita, que negociaron este alto el fuego, quieren prorrogarlo más allá de su expiración, prevista para el lunes a las 19H45 GMT.
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“Ambos bandos dijeron a los mediadores que querían una desescalada (…), pero están actuando para que haya una escalada”, denunciaron Washington y Riad.
“Tenemos que dar más tiempo a los humanitarios para que ejerzan su trabajo vital”, defienden saudíes y estadounidenses.
Los encargados de la ayuda humanitaria advirtieron que solo pudieron transportar cantidades reducidas de comida y medicamentos en un país en que 25 millones de sus 45 millones de habitantes necesitan esta ayuda para sobrevivir, según la ONU.
Civiles se arman en Sudán
Los paramilitares dijeron estar “dispuestos a negociar la prórroga del alto el fuego”, pero con la condición de que sus adversarios respeten la tregua actual.
El ejército aseguró que “examinaba la posibilidad de aceptar una prórroga”.
Pero los combates continúan en un país donde el conflicto obligó a desplazarse a más de un millón de personas y más de 300.000 se refugiaron en países vecinos, según la ONU.
La situación resulta especialmente crítica en Darfur, la región más afectada por los combates junto con la capital Jartum y que a principios de los años 2000 ya sufrió una guerra devastadora.
Su gobernador Minni Minnawi, un exlíder rebelde actualmente cercano al ejército, pidió a “jóvenes, ancianos, mujeres y hombres que tomen las armas para defender sus bienes”.
Civiles armados y combatientes tribales se sumaron a los enfrentamientos entre militares y paramilitares, según Naciones Unidas.
Además de una situación tensa a nivel interno, el conflicto también provoca tensiones diplomáticas.
El jefe del ejército sudanés, Abdel Fatah al Burhan, pidió a la ONU que reemplace a su emisario en Sudán, Volker Perthes, al que responsabiliza del estallido del conflicto.
“El secretario general está orgulloso del trabajo realizado por Volker Perthes y reafirma su total confianza en su representante especial”, respondió el domingo el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric.